Opinión
Federico Escofet
Federico Escofet, personaje que siempre me ha fascinado, era la persona de confianza del presidente Companys en 1934, cuando se produjo la declaración del Estado catalán, que fue sofocada rápidamente a instancias del Gobierno de la II República por el capitán general Domingo Batet, curiosamente con el mismo apellido que la ministra que se ocupa de las relaciones con Cataluña en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Dos años después, en julio de 1936, repetía en ese mismo puesto cuando se produjo el Alzamiento y fue una pieza clave en el fracaso de la sublevación en Barcelona junto al general jefe de la Guardia Civil, Aranguren y al coronel Escobar.
Pocas horas después de sofocar la rebelión Companys tuvo que enviar a Escofet a Francia porque su vida corría peligro, ya que las fuerzas políticas de extrema izquierda y los anarquistas habían puesto precio a su cabeza con el argumento de que había protegido a curas y monjas, a los que había ayudado a escapar. Me he acordado de su peripecia, salvando las diferencias, al comprobar cómo los Mozos de Escuadra, sus responsables políticos y los miembros del Gobierno de Torra se han convertido estos días en «los malos de la película» para los grupos de la extrema izquierda y los anti sistema de Cataluña. Estaba cantado que tarde o temprano se iba a vivir esta situación. Solo los ignorantes que desconocen su propia historia no se habían dado cuenta de ello. Escofet fue una víctima en su momento de los acontecimientos, lo mismo que puede suceder a algunos de los actuales gobernantes catalanes.
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