Opinión
Los ministros vivientes
Dice la ministra de Justicia, que «ni las cloacas, ni la derecha, ni la extrema derecha, ni la extrema extrema derecha me van a despistar o amedrentar». Lo dijo ayer Dolores Delgado en su comparecencia ante la Comisión de Justicia del Congreso para explicar su relación con el comisario José Manuel Villarejo. Una relación que conocimos a través de unas grabaciones, y que han llevado al Congreso de los Diputados a pedir su dimisión. Pero lo de las cloacas y la extrema derecha, o «extrema extrema» no eran ninguna explicación. Sólo se atisbó algún intento cuando dijo que acudió a aquella comida en 2009 porque era «una comida con los máximos responsables policiales, la cúpula policial, en materia terrorista»; y fue invitada «por un compañero de la Audiencia Nacional». Ni que decir tiene que lo conocido hasta ahora de las cintas, poco tiene que ver con la lucha terrorista. Pero da igual. La ministra no dimite. Tampoco lo hace Pedro Duque. Cuando se supo que había creado una sociedad patrimonial para gestionar sus propiedades inmobiliarias, el ministro afirmó que en los años en que las habían ocupado él y su esposa, abonaron un autoalquiler como exige la ley en las sociedades de este tipo. Sin embargo, pocos días después, al conocerse que en las cuentas de la sociedad no figuraban esos ingresos se desdijo: «Yo no he dicho eso», y ya volvió el lío. Hasta la portavoz de Podemos, Ione Belarra, rechazó las explicaciones del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades por no ser «en absoluto convincentes», y pidió su destitución con el argumento de que el propio presidente del Gobierno había dicho que no mantendría en su equipo a alguien que hubiera creado una sociedad pantalla para eludir impuestos. Pero tampoco dimitió. El último en incorporarse a esta larga noche de los ministros vivientes ha sido Josep Borrell. Según publicó ayer «La Información», la Comisión Nacional del Mercado de Valores le habría sancionado por usar información privilegiada cuando era consejero de Abengoa. Borrell habría vendido en 2016 acciones de la empresa sevillana por un valor de 9.030 euros, y la CNMV le sancionó por una cantidad «bastante mayor» –según el propio ministro de Exteriores– a esos 9.000 euros de la operación. Dice que sus abogados recurrirán la sanción; pero ahí sigue. Claro que Pedro Sánchez, tampoco se atreve a animarlos mucho tras lo de su tesis doctoral.
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