Opinión
Vox..
Me entristece recordar el tiempo en que defendía la España constitucional con Santi Abascal. Contar la perra vida que los etarras dieron a su padre, que en gloria esté, fue parte de mi trabajo como reportera. Cuando el hijo impulsó Denaes (Fundación para la Defensa de la Nación Española) estuvimos muchos con él, entre ellos Amando de Miguel, Jon Juaristi, Juan Velarde o servidora. Ahora me encuentro a Santi pidiendo el fin de las autonomías, un sistema que ha logrado resultados palpables. Montones de capitales han desempolvado una belleza impensable sin recursos descentralizados. Murcia, Valencia, Badajoz, son irreconocibles con respecto al tiempo de mi infancia. En cada esquina encuentras museos como el de Salzillo o el Modernista de Sóller (Mallorca), que sustituyen a viejos hacinamientos sin orden, o edificios modernos que dan lucimiento a centros antiguos –pienso en Málaga, Ávila, Bilbao, Barcelona–. España está más bonita que nunca. Los bobos somos los españoles. El nacionalismo tiene otros orígenes, a saber, la codicia y la corrupción, el pensamiento pueblerino –que no rural–, la incultura y la mentira.
Me ha dado pena oir a Santi Abascal y a Ortega Smith decir en Vistalegre que los extranjeros atacan a nuestras ancianas. Están alentando los impulsos xenóbobos que incendian ya las redes sociales. No es verdad que los inmigrantes constituyan un peligro. Lo que es un peligro es el odio entre los hombres. A mí esto de Vox me sonó a mitin de Fuerza Nueva, sin la oratoria de Blas Piñar. Ignoro el recorrido que tendrá, en esta Europa donde se está poniendo otra vez de moda el ciudadano ario, pero no me gusta. Es tosco. Naturalmente que enardece, porque la gente está frustrada y carece ya de los ideales del humanismo cristiano, pero por lo pronto va a sentenciar a Casado y Rivera en las urnas, mermados en escaños por la Ley D’Hont.
Tampoco me ha agradado el extraño lenguaje arcaizante de Santi: la «España viva», repetía (como si los demás estuviésemos muertos), el «destino», la «grandeza», el «paso entusiasta». Bastante tenemos ya con Podemos. Líbrenos el cielo de políticos metidos a libertadores. Entre otras cosas porque son cursis. En el discurso de Vistalegre salieron la Reconquista, Lepanto y la Guerra Civil. Las dos primeras me interesan desde el punto de vista histórico, la tercera mención me duele. Pero me disgusta el trío, qué casualidad. Mencione usted también a Francisco de Vitoria o Concepción Arenal, hombre, que no pasa nada.
Salió mi amigo Santiago Abascal al estrado encomendándose a Dios. Podría alegrarme como católica, si no me pareciese una instrumentalización. Esto no es Estados Unidos. Y además los creyentes votamos todo tipo de partidos. Pedro Sánchez se estará frotando las manos, naturalmente. Es el único que gana.
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