Opinión

El trípode

El trípode o triple alianza entre socialistas, comunistas y separatistas se afianza. Lo que parecía un acuerdo pasajero e instrumental para echar a la derecha del poder se consolida como un pacto estratégico de futuro. El PSOE y Podemos, hasta hace poco enemigos irreconciliables, son hoy, de la mano de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, socios políticos declarados, dispuestos a gobernar juntos en la próxima legislatura si la suerte les acompaña. Para ese futuro Gobierno de izquierdas cuentan, haciendo las cuentas de la lechera, con todos los grupos soberanistas y nacionalistas de la periferia, a los que habrá que hacer las concesiones que haga falta. Si no, no salen las cuentas. De momento se trata de salvar los presupuestos y conjurarse, todos juntos en unión, para mantener a Sánchez en la Moncloa todo el tiempo que sea preciso, resistiendo los embates de la triple derecha, a la que conviene desterrar del poder por mucho tiempo, empezando por el poder autonómico y municipal. Esos son los planes, según parece. No es extraño que en amplias capas sociales aumente la inquietud ante este oscuro panorama. La preocupación no sólo se nota en las salas de banderas, en la Iglesia y en el mundo económico, sino también empieza a aparecer entre la gente moderada de las clases medias.

La foto de Pablo Iglesias, sin corbata, firmando en la Moncloa el borrador de los presupuestos da que pensar. Salta a la vista que el presidente Sánchez se entiende hoy mejor con los enemigos declarados de la Constitución y de la Monarquía que con los dirigentes de los partidos constitucionalistas y con los personajes históricos de su propio partido. El pretexto es su propósito de tender puentes de diálogo en busca de la «normalidad» política. Los más desconfiados creen que en realidad se trata, sobre todo, de un desaforado afán de poder. De esta manera el «okupa» Sánchez está arrastrando al Partido Socialista a la última frontera de la izquierda y a todos los arrabales donde se conspira contra España. El siguiente paso es la aniquilación del partido, como le ha pasado al socialismo francés. En apariencia no es un buen negocio electoral. Su corrimiento hacia la izquierda deja un amplio espacio en el centro. Es el único detalle esperanzador de toda esta trapisonda. Ya se verá, empezando por Andalucía, donde Susana Díaz preferiría que Pedro Sánchez no cruzara Despeñaperros. El trípode va a dar mucho que hablar de ahora en adelante.