Opinión

Calviño y Planas

Nadia Calviño, la ministra de Economía y presidenta de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, no vive sus mejores momentos. La que pasaba por ser la guardiana de la ortodoxia presupuestaria impuesta desde Bruselas se ha visto obligada a tragarse un sapo, y de los gordos, apoyando el proyecto de cuentas para 2019 firmado por el Gobierno del que ella forma parte y por Podemos. Y todo con tal de ser la candidata a comisaria europea que proponga Pedro Sánchez en junio próximo, que es su gran aspiración, y para lo que salió del «cielo» de Bruselas, en el que estaba instalada como directora general de Presupuesto, y venir al «purgatorio» de Madrid durante unos meses volviendo a la capital comunitaria revestida de todo el poder. Sin embargo, Calviño cuenta con un competidor en el Gobierno. Se trata de Luis Planas, que no haría ascos a cerrar su dilatada carrera política como miembro del Colegio de Comisarios.

A favor de la primera: que es mujer, detalle nada desdeñable, su conocimiento de Bruselas y sus contactos allí; en contra, su escaso peso político entre los socialistas. En el caso de Planas, cuenta en su activo con el apoyo de su madrina Carmen Calvo, la todopoderosa vicepresidenta, y el ser un «pata negra» dentro del partido; en contra, el hecho de ser hombre y, en cierta forma, la edad. Su elección como comisario serviría para reparar su maltrecha economía, pues según su declaración de bienes solo tenía en el banco 1.877 euros frente a los 109.227 de Calviño. La batalla está servida.