Opinión

¡Lo que veremos!

¡Las cosas que estamos teniendo que ver! Me gustaría saber lo que dicen, por ejemplo, la sultana andaluza, Susana Díaz, y los barones socialistas de Extremadura, Aragón, Castilla la Mancha y Comunidad Valenciana sobre las idas y venidas de Pablo Iglesias, que ejerce como vicepresidente de hecho del Gobierno de Pedro Sánchez, sin que este último se haya atrevido a dar un toque de atención en público al líder podemita. Anda Iglesias negociando los presupuestos, incluso con internados en cárceles. ¿Será verdad o estaré soñando? Como en otras muchas ocasiones, la realidad supera con mucho a la ficción. Pero el Ejecutivo no es el único de los poderes del Estado que se encuentra en la picota, porque lo que está pasando con el Judicial es de nota.

El problema es que no estamos hablando de un juzgado de a pie o de una Audiencia Provincial, sino del mismísimo Tribunal Supremo, que no se aclara en el lío colateral de las hipotecas. Después de esto, ¿alguien va a tener confianza en la Justicia? La verdad es que sería un milagro, porque ya no se trata de que en un determinado asunto un juzgado diga blanco en el punto A y negro en el punto B y de que, pocos meses después y tras un recurso, la Audiencia Provincial diga justo lo contrario: negro en el punto A y blanco en el B. Si eso ya es difícil de entender para un ciudadano común, lo del Supremo es imposible. Sin embargo, lo peor no es lo visto ya, sino lo que nos faltará por ver.