Opinión
El rebote del gato muerto, ¿o no?
La Bolsa ya no es «la pirámide de musgo» que inquietaba a Lorca. Wall Street, estas semanas, se ha convertido en una montaña rusa, con un «aullido interminable» (Goytisolo), que un día se hunde un 5%, como en Nochebuena o sufre un batazaco como el jueves por culpa de Apple, y al siguiente se recupera casi lo mismo, en medio de la incertidumbre, mientras los cenizos advierten del fenómeno del «rebote del gato muerto (deat cat bounce)». Describe un comportamiento de los mercados en el que, tras una caída brusca, hay una reacción al alza fuerte y fugaz. Sin embargo, esa recuperación es endeble y las cotizaciones vuelven a bajar todavía más que al principio, que es lo que ocurre en los últimos meses. La expresión del «gato muerto» tiene su origen en la comparación tétrica de que incluso un gato muerto puede rebotar al llegar al suelo si cae desde una altura suficiente. El viernes hubo tregua, rebote, en los mercados a la espera de las conversaciones chino–americanas del lunes sobre un acuerdo comercial que despejarían algo el horizonte o ensombrecerán todavía más las perspectivas de una economía mundial que pugna para retrasar la próxima crisis, que llegará. Es inevitable, y también afectará en su momento a España.
La expresión «rebote del gato muerto» no se suele aplicar a la política, pero también serviría. Ahora, en España, en Andalucía, hay quienes se aferran al clavo ardiente de que el gato todavía sigue vivo. El órdago de Vox al PP y a Ciudadanos ha alimentado las últimas esperanzas de Susana Díaz de eludir el desalojo forzoso de la presidencia andaluza. Si Abascal y los suyos tensan la cuerda hasta romperla, abocarían a una repetición de elecciones, que el PSOE andaluz podría ganar con la holgura necesaria como para poder gobernar. Pedro Sánchez debería apechugar con una Susana Díaz revivida, pero sería un mal menor. Podemos, tras las elecciones de 2015, tuvo la oportunidad de apoyar un Gobierno del PSOE, pero puso el listón tan alto y con tanta prepotencia, que obligó a un «bis» electoral, con la convicción firme de dar el «sorpasso» a los socialistas. Erró el cálculo y concedió a Rajoy un largo rebote del «gato muerto». Santiago Abascal y Vox pueden tener la misma tentación con PP y Ciudadanos que tuvo Iglesias con el PSOE, pero juega con fuego. Nadie le garantiza ningún «sorpasso» y además en otra cita electoral andaluza el gato socialista sueña demostrar que no rebota sino que además todavía sigue vivo, ¿o no?
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