Opinión

Errejón: loas a Lenin y Maduro entre críticas al neoliberalismo

Podemos ha estallado en dos partes, cuya fractura ya se vislumbró en Vistalegre-II: el pablismo, en coalición con los anticapitalistas, y el errejonismo. Supuestamente, el primero representaría a la extrema izquierda de corte más clásico, mientras que el segundo estaría configurado por los sectores más moderados del antiguo Podemos, cercanos a Carmena y casi asimilables a las posiciones socialdemócratas del PSOE. Desde esta óptica, que Podemos llegara a ser reemplazado en un futuro por Más Madrid constituiría una buena noticia para la estabilidad socioeconómica de nuestro país: el conjunto de la izquierda nacional adquiriría un perfil promedio más templado que reduciría apreciablemente el riesgo de políticas económicas descerebradas.

Personalmente, no puedo más que discrepar de lo que a mi juicio está siendo un ejercicio de blanqueamiento del ideario político y económico del populista Íñigo Errejón. Y es que el presuntamente moderado líder de izquierdas desfiló hace tres meses por Latinoamérica y en una entrevista concedida al diario chileno «The Clinic» efectuó una encendida defensa del régimen socialista de Maduro y de la tiranía leninista en la URSS, al tiempo que criticó frontalmente al orden neoliberal actual. Algunas de las frases más impactantes fueron: «El proceso político en Venezuela ha conseguido inmensos avances en una transformación de sentido socialista»; «en Venezuela la gente hace tres comidas al día»; «los bolcheviques tomando el Palacio de Invierno dan más para una canción, pero lo radical no lo hicieron asaltando el Palacio de Invierno, sino cuando consiguieron que en San Petersburgo se recogiera la basura todos los días»; «el neoliberalismo ha destruido a la comunidad, ha destruido el sentimiento de pertenencia».

Es decir, el reformista de la nueva izquierda aplaude a Maduro y a Lenin al tiempo que desdeña la globalización neoliberal. Permítanme ofrecer al respecto unas pocas cifras para entender la magnitud del despropósito errejonista.

Primero, Lenin no sólo fue responsable de un golpe de estado contra el gobierno provisional de Kerensky, sino el promotor del llamado «comunismo de guerra» que generó una brutal devastación económica en la URSS: en 1916, la renta per cápita de Rusia se ubicaba en 1.235 dólares internacionales; cinco años después, se había hundido un 58% hasta los 526 dólares internacionales, un nivel de vida equivalente al de la URSS en el año 1600. Por el camino, siete millones de muertos como consecuencia de la hambruna y de las epidemias.

Por su parte, el socialismo bolivariano ha provocado un desastre económico sin precedentes en Venezuela. Desde 2013, la renta per cápita del país se ha desplomado un 45%, más que durante la Guerra Civil española, la extrema pobreza se ha disparado desde el 19,3% (antes de que Chávez llegara al poder) al 61,2% actual, lo que ha empujado a más de 5,3 millones de venezolanos a abandonar el país en lo que es el mayor éxodo de la historia de Latinoamérica.

Por último, ¿qué ha logrado la globalización neoliberal desde 1990? La tasa de pobreza global se ha reducido desde el 30% de la población mundial hasta menos del 10%; la tasa de desnutrición global también se ha desplomado desde el 20% de la población mundial hasta debajo del 10%; la tasa de analfabetismo global ha disminuido desde el 30% al 10%; y la esperanza de vida global ha crecido desde los 65 a los 70 años.

Ése es el líder moderado de la izquierda: el que aplaude a dos autócratas generadores de extrema miseria como Lenin y Maduro y el que desprecia un sistema económico internacional que, con todos sus defectos, ha alumbrado la mayor reducción de pobreza en la historia de la humanidad. Al menos el pablismo, a diferencia del errejonismo, va de frente.