Opinión

Sospechosos habituales

Hace años Asuntos Exteriores no encontraba excesivos postulantes venezolanos a nuestro programa de becas. Su nivel era aceptable, pero eran reacios a estudiar en el extranjero o preferían, si se lo podían permitir, Estados Unidos. Hoy pocos podrían mientras miles de venezolanos llegan a España, muchos con lo puesto, dentro de los tres o cuatro millones que se han marchado. Colombia acoge a más de un millón del país con mayores reservas petrolíferas. El éxodo llega a Ecuador, Brasil, EE UU y México.

Las relaciones hispano-venezolanas también cambiaron. En la transición eran francamente buenas. La llegada de Chaves las empeoró sensiblemente. Sus bestias negras, y su cortina de humo resultaron Estados Unidos y España. Cualquier percance era enmascarado con un ataque a Bush o Aznar. Venezuela, amigada con Cuba, se endeudaba. Que un país con sus universidades tuviera que depender de la sanidad cubana parece un sarcasmo. Para Cuba la operación era muy rentable. Colocaba a un montón de graduados y cobraba una parte de su salario, la ubre petrolífera venezolana suplía a la menguante rusa y obtenía un aliado importante en la zona.

Chaves, simpático pero demagogo y parlanchín, tuvo una histriónica intervención en la ONU, comparando a Bush con el diablo y en su incontinencia, en una Conferencia Iberoamericana interrumpió un par de veces a Zapatero, que intervenía de forma correcta. El Rey Juan Carlos le conminó a que se callara con una frase que hizo fortuna.

El deterioro económico y político venezolano es pasmoso, casi incomprensible. Millones huyen, enorme inseguridad en las calles, falta lo más elemental... Maduro, torpe y bocazas heredero de Chaves, pisotea todas las garantías democráticas y mientras el país se hunde sigue culpando al coco del imperialismo. Aquí sedujo a los jóvenes agradecidos de Podemos, que hasta hace poco proferían frases sonrojantes sobre Venezuela y las virtudes de sus líderes. Zapatero también ha estado sembrado.

En el país ya convence a mucha menos gente. Según Dataanalisis, el 75% de sus compatriotas quiere que se vaya. La cifra aumentará porque Maduro, aparte de dictadorzuelo, no tiene solución para el drama.

Cuenta aún con aliados. La cúpula militar, temerosa del cambio y muy engrasada, los servicios de inteligencia, supervisados por los cubanos, y potencias externas en una reproducción de la guerra fría. Son los sospechosos habituales: Cuba, Nicaragua, Bolivia, Rusia, China y la Turquía de Erdogan. No son preclaros catedráticos de democracia. Rusia es el caso más llamativo. Putin, proclive a meter un dedo en el ojo de EE UU, ha hecho además una inversión descomunal en la Venezuela chavista. Pero toda la América democrática, incluido Canadá, quiere que se vaya. También la OEA y la Unión Europea. Y el bravucón de Trump ha reconocido a Guaidó. El momento es delicado. Guaidó, más legítimo y reconocible que Maduro, ni quiere ni puede empezar un conflicto violento. Borrell pide unas elecciones «libres y verificables». Es lo que Maduro no va a permitir.