Opinión

Este artículo no le gustará a casi nadie

Miguel Ángel García Díaz, profesor de Economía Aplicada, acaba de publicar un informe en la Fundación de Estudios de Economía Aplicada sobre los «mitos y realidades» del sistema de pensiones. El estudio explica –quizá provocadoramente– que algunos de los problemas principales del sistema –tan importantes como los económicos–, son de percepción de la sociedad. García Díaz, vinculado históricamente al sindicato Comisiones Obreras fue uno de los hombres de confianza de José Maria Fidalgo en su etapa de secretario general. Participó en la redacción del Pacto de Toledo y fue director general de Ordenación de la Seguridad Social (2017-2018).

García Díaz demuestra que las pensiones españolas están entre las más generosas de la Unión Europea en relación a los salarios y que, además, ofrecen prestaciones muy generosas en relación a lo aportado por los trabajadores. Defiende que «el sistema público de pensiones puede ser viable con prestaciones similares, en términos relativos, a las de otros países europeos». Sin embargo, y llega lo impopular, sostiene que «en nuestra opinión pública dominan juicios de valor simplistas y percepciones injustificadas sobre el desempeño del sistema de pensiones, que tiende a presentarse como cicactero e insuficiente. Combinadas con la incomprensión de las magnitudes económicas relevantes, tales percepciones llevan a menudo a avanzar propuestas que no son factibles o atentan contra la equidad intergeneracional».

Desmonta las creencias populares que afirman que «el sistema sería sostenible, incluso con pensiones mayores, si los políticos no robaran y los ricos pagaran lo que deben». Todo el patrimonio de Amancio Ortega solo serviría para pagar medio año las pensiones y la expropiacón del resto de grandes fortunas no llegaría para cubrir otro medio año. Luego, no quedaría nada. Hay soluciones, pero ningún politico se atreve a proponerlas. Quizá ignoran que «no defiende mejor –dice García Díaz– el sistema público de pensiones quien promete más prestaciones ahora, sino el que garantiza permanentemente el pago de pensiones razonables sin trasladar cargas excesivas a las próximas generaciones». La sociedad española, además, «no es consciente de las magnitud de las cifras», y todo apunta que tampoco quiere serlo.

España, por ejemplo, recauda 7,2 puntos menos que la Unión Europea, pero el 40% de esos ingresos inferiores corresponden a menores cotizaciones de los trabajadores. Hay más datos. No son necesarios. Al fondo, como apunta el sindicalista Fidalgo, lo de los taxistas es «un cierre patronal de libro», prohibido en todas partes. Sí, este artículo no gustará a casi nadie.