Opinión
Marcar posición
Oriol Junqueras ha lanzado una gran ofensiva justo antes del juicio. Entrevista en «Le Figaro» con un recado de claro destinatario: «Me quedé por sentido de responsabilidad hacia mis ciudadanos». Puigdemont prefirió exiliarse. Por la tarde, gran acto en la sala anexa del Palau Sant Jordi. Un holograma presidía el acto bajo el lema «somos la semilla de la victoria». Otro mensaje con claro destinatario: la Crida Nacional. Ayer en el Sant Jordi había más gente que en la creación de la Crida y una representación más plural de la sociedad catalana. Tercer mensaje: ERC quiere liderar el independentismo y no se arrodillará ante las presiones de una supuesta unidad a las órdenes de Puigdemont.
El discurso no apuntó nada nuevo, pero Junqueras estuvo presente –con holograma– para reafirmar su liderazgo en el mundo independentista, apelar a los sentimientos de los suyos y a marcar diferencias con propios y extraños. A pesar de seguir en la cárcel y de tener los movimientos limitados, se erigió en el líder de referencia imponiéndose a un Puigdemont desdibujado en Waterloo que trata de no perder la influencia y un Joaquim Torra que cada día está más que deslegitimado entre los suyos.
Marcó posición ante el juicio que se iniciará la próxima semana, habló de economía, de déficit fiscal, de modelo de estado y de democracia. Y de Europa, «el republicanismo catalán es el gran aliado ante el crecimiento de las corrientes ligadas a Trump, Le Pen o Salvini». O sea, democracia en España es sinónimo de reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Junqueras no se arrepiente de nada, «el independentismo no se rendirá», porque «es cuestión de tiempo que el régimen acabe cayendo». Descartó la unilateralidad planteando su tesis de aumentar las mayorías, alejándose de nuevo de Puigdemont: «Hemos de encontrar con los demócratas un nuevo cómo y un nuevo cuándo que haga posible la República».
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