Opinión
Unas cuentas grotescamente manipuladas
Cada día que pasa existen menos dudas sobre la grotesca manipulación a la que ha sido sometido el anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado elaborado por el actual gobierno socialista. Recordemos cuál fue el itinerario falsario que han seguido las cuentas de Sánchez durante los últimos meses. En primer lugar, el PSOE negoció con Podemos unos presupuestos que disparaban el gasto público y los impuestos bajo la premisa de que el objetivo de déficit para 2019 podría ser ampliado desde el 1,3% del PIB hasta el 1,8%. Más déficit supondría más endeudamiento público y, por tanto, mayor margen para aumentar los desembolsos estatales. Segundo, para validar ese aumento del déficit desde el 1,3% al 1,8%, el PSOE no sólo necesitaba una mayoría suficiente en el Congreso, sino también que el Senado –donde el PP cuenta con mayoría absoluta– no vetara el nuevo objetivo. El Gobierno maniobró para modificar la ley y poder arrebatarle la capacidad de veto al Senado, pero finalmente fracasó en semejante intento, de tal modo que el objetivo de déficit del 1,3% del PIB ha seguido en pie. Así, llegamos al tercer acto de esta tragicomedia: si el anteproyecto de presupuestos se redactó bajo la premisa de un objetivo de déficit del 1,8% del PIB y el objetivo realmente vigente es el 1,3%, ¿qué hacer? O aprobar nuevos impuestos o recortar el gasto: pero Sánchez no puede hacer lo primero sin hundir la economía española, ni lo segundo sin soliviantar a sus socios parlamentarios. De ahí que, al final, haya optado por la solución más sencilla y deshonesta de entre todas las que barajaba: inflar sus previsiones de ingresos para que, sobre el papel, las cuentas cuadren y se cumpla la papeleta de ajustarse a las prescripciones bruselenses en materia de déficit público. Sucede que el papel ya no lo aguanta todo cuando varios organismos moderadamente independientes se encargan de fiscalizar la veracidad de tus estimaciones. En concreto, tanto el Banco de España como la AIReF le acaban de afear su conducta al Gobierno de Sánchez por manipular sus cuentas. Así, el Banco de España le recriminó el pasado lunes al Partido Socialista que sus previsiones de ingresos se hallaban muy notablemente infladas, tanto por el cambio de criterio en la liquidación del IVA, que ha permitido computar trece meses de recaudación de esta figura tributaria en lugar de doce, como por un exceso de optimismo en la evolución del resto de figuras impositivas. En consecuencia, el déficit público podría llegar a ser unos 8.000 millones de euros superior al prometido por el PSOE a Bruselas: no el 1,3% del PIB sino el 2%. Un día después, la AIReF fue todavía más crítica con las cuentas de Sánchez y alertó de que el déficit podría dispararse hasta el 2,2% del PIB, es decir, el desvío financiero de los presupuestos podría superar los 10.000 millones de euros. Estamos, pues, ante una obscena manipulación económica que únicamente tiene como propósito prolongar agónicamente la legislatura socialista. El Gobierno de Pedro Sánchez ha tomado al país como rehén de sus intereses partidistas, sacrificando el rigor presupuestario y la credibilidad institucional de la que goza nuestro país.
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