Opinión
Lo peor de los Presupuestos sigue en pie
Es una indudable buena noticia el que haya naufragado el proyecto de Presupuestos Generales del Estado elaborado al alimón por el PSOE de Pedro Sánchez y el Podemos de Pablo Iglesias. Se trataba de unas cuentas falseadas, manipuladas y dirigidas a crujir a tributos y a deuda a los españoles. Nuestra economía, como ya hemos reiterado en numerosas ocasiones, no necesita de más impuestos, más gasto público y más endeudamiento estatal, sino de mucho menos de cualquiera de estos tres elementos: sobre todo en un contexto que, como el actual, está fuertemente marcado por la desaceleración económica interna y externa. Menos impuestos para relanzar la actividad; menos gasto para reducir la presencia distorsionadora del Estado sobre la vida de familias y empresas; y menos deuda pública para blindarnos financieramente frente al riesgo de una futura crisis. Bienvenido sea, pues, el entierro de tan nefastos presupuestos que ofrecían todo lo opuesto a nuestras necesidades reales. Ahora bien, constituiría un notable error el pensar que, con el fracaso de las cuentas de Sánchez, también decaen algunas de las peores medidas anunciadas por este Ejecutivo e incluidas dentro del paquete genérico de estos presupuestos. En particular, los infinanciables incrementos del gasto de Sánchez permanecen inalterados: las pensiones públicas sí se han incrementado (en un 3% las mínimas, y en un 1,6% todas las restantes) y el salario de los empleados públicos también crecerá un mínimo del 2,25% a lo largo de este año. Ambas medidas supondrán una inflación del gasto de más de 6.000 millones de euros: alrededor del 0,5% del PIB. Asimismo, y pese al fiasco de la tramitación presupuestaria, también seguirán en pie dos nefastos incrementos fiscales: la Tasa Tobin y la Tasa Google. La primera minará la liquidez de nuestros mercados financieros y dificultará la captación de capital nacional por parte de nuestras grandes empresas; y la segunda penalizará la prestación de servicios digitales, ralentizando consecuentemente el imprescindible proceso de digitalización de nuestra economía. Ambos tributos, pese a las notables distorsiones que introducen sobre el funcionamiento de los mercados, probablemente no proporcionen unos ingresos superiores a los 1.200 millones de euros, esto es, alrededor de una décima de nuestro PIB. Nótese, por tanto, cómo las medidas presupuestarias que ya ha adoptado Pedro Sánchez van a contribuir a incrementar el déficit público de 2019 en 0,4 puntos de PIB: algo que nos alejará todavía más del cumplimiento de nuestros compromisos con Bruselas (marcados en el 1,3% del PIB). Por último, recordemos que otra de las medidas que se mantendrá en vigor a pesar del portazo a los presupuestos será el aumento del salario mínimo interprofesional hasta 1.050 euros mensuales: una política antisocial que, de acuerdo con el Banco de España, destruirá 125.000 empleos sólo este año. En definitiva, puede que los presupuestos se hayan estrellado, pero muchas de las medidas de mala política económica impulsadas por Sánchez seguirán vigentes: y la única forma de derogarlas es con una nueva mayoría parlamentaria derivada de la ya inaplazable convocatoria de nuevas elecciones.
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