Opinión
Cabos sueltos
Sería conveniente que Sánchez se presentara ante el electorado libre de sospechas. Pesan sobre él acusaciones graves que, si no se aclaran convincentemente antes de acudir a las urnas, pueden falsificar los resultados y condicionar la nueva etapa política caso de ser el encargado de formar gobierno. Como dice Ana Pastor, ningún gobierno puede ir dopado a las elecciones. Pedro Sánchez no debería encerrarse en la burbuja de las complacencias, infladas por su círculo cercano y por las encuestas amañadas de Tezanos. Y mucho menos confiar en los medios de comunicación y columnistas amigos e interesados que, en vez de cumplir con su obligación de analizar críticamente el comportamiento del poder, se dedican en cuerpo y alma a criticar a la oposición. No son de fiar.
Ningún gobernante, desde que hay democracia en España, ha sido tan unánimemente criticado por toda la clase política, incluidos los dirigentes históricos de su propio partido, como él. Por algo será. La principal razón por la que Ciudadanos rechaza un eventual gobierno con el PSOE después de las elecciones es precisamente su persona. Él es el principal obstáculo. Casi nadie se fía de él ni fuera ni dentro de su formación política, donde los «barones» regionales están haciendo de la necesidad virtud. Hay en su errático comportamiento público y en su indudable capacidad de resistencia demasiados cabos sueltos. Le conviene aclararlos todos.
Lo primero que debería aclarar es el tipo de ofertas o compromisos con los separatistas catalanes. En este escabroso terreno hay demasiada oscuridad. Por ejemplo, ¿qué tipo de concesiones les hacía en la propuesta de nuevo Estatuto para superar la poda del Tribunal Constitucional?, ¿insinuó garantías de indulto para los procesados? ¿sigue empeñado en volver a contar con su apoyo para la investidura y para gobernar, encadenando la suerte de España a este respaldo? Etcétera. Hay otros asuntos pendientes, que también tienen su importancia. He aquí, sin ánimo exhaustivo, algunos de ellos: las dudas razonables sobre la autoría de su tesis doctoral, la utilización del Falcon, él y su familia, para viajes privados declarando secreto de Estado los costes, el encargo desde Moncloa a los distintos Ministerios de informes para criticar a la oposición en la inminente campaña electoral, la descarada utilización del CIS en provecho propio, el abuso escandaloso de las decisiones por decreto para «comprar» votos de última hora... Ninguno de ellos es asunto menor. Cualquiera de ellos impediría en Europa a un candidato presentarse a las elecciones sin aclararlo todo convincentemente antes. Se trata de no jugar con ventaja, haciendo trampas en el juego.
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