Opinión

Haz que pase

En días como hoy uno piensa en la poesía de la física y de las matemáticas. A veces un teorema alcanza méritos para conseguir un Nobel de Literatura. Sentimos, pues, la emoción de la sustentación aerodinámica y la giroscópica, más potentes que el lenguaje de Ferlosio. Son los principios que hacen posible el efecto boomerang, lo que puede parecer imposible, que un objeto regrese del más allá. Los sociólogos hincan la sesera cada vez que llega una campaña electoral para aconsejar que se evite ese efecto, un desliz que aprovecha el contrario para darle la vuelta.

En Ferraz habrá mucha química, pero poca física, y, sobre todo, una reverencia al líder que les hizo perder el sentido. «Haz que pase» es un eslogan de Navidad, para el sorteo de la Lotería, cursi y un poco naif propio del infantilismo con el que se acuna la España de hoy. Todos somos niños de teta en busca de un biberón, deben pensar los padres de la patria. Pero esta vez la leche estaba cortada.

Lo mejor, al cabo, vino después, no por el festival del humor del que hicieron gala como siempre las redes sociales, sino por el propio chiste de la ministra Celáa, maestra en explicar lo inexplicable, una suerte de ufóloga que siente a los periodistas como extraterrestres que se comunican con códigos encriptados. La comparación que hizo con gazapo, tomando una frase de la película «Titanic» (en el filme se dice «Haz que cuente, nos vemos en el reloj») resultó aún más patética y tal vez profética. Primero, si me permiten los «fans», porque «Titanic» es una de las peores cintas de la historia del cine, cuando aún Leonardo Di Caprio era uno de esos rubios de mantequilla y no el lobo de Wall Street y la retahíla que le regaló Scorsese. Y porque acaba en un hundimiento, sentimental, lacrimógeno, pero hundimiento al fin. Tantos viernes sociales para acabar en el fondo del mar como una sirena varada en su maldición.

A día de hoy la orquesta sigue tocando, y el pueblo que iba en tercera clase sigue preguntándose qué va hacer este presidente, que esta vez sí, como en «Titanic», se cree el rey del mundo. ¿Que pase para qué? El viento meciendo su pelo. «Haz que pase» quiso ser «Yes, we can» de Obama y se quedó, visto lo ocurrido, en una bufonada a lo Donald Trump, el aspirante que aprovechó el efecto boomerang para ser presidente. Aprendan del demonio.