Opinión
Pactos
Hay ocasiones en política, como dice Galbraith, en que se debe estar en el lado correcto y perder. Esta podía ser una de esas ocasiones. Antes de nada hay que saber cuál es el lado correcto. Esto atañe a todas las fuerzas políticas, pero de manera especial a Ciudadanos, que tiene la llave de la mayor parte de los pactos. Pero también al PSOE. Su entendimiento con el PNV, Bildu, Podemos y los soberanistas catalanes le impide entenderse con el partido de Rivera, y establecer acuerdos con éste pone en peligro hasta la investidura. Son incompatibles. Ahí está, sin ir más lejos, Navarra, convertida en la pieza clave de todo. El desprendimiento por razones éticas merece respeto y consideración, pero lo normal es esforzarse en estar, a la hora de los pactos, en el lado correcto y ganar. En eso consiste el arte de la política. En momentos cruciales como éste, en el que se decide el reparto del poder en España para una larga temporada, la mayor equivocación consiste en situarse en el lado incorrecto y además perder.
En las dos sucesivas campañas electorales Ciudadanos ha estado rabiosamente en contra de Pedro Sánchez y de la actual deriva del socialismo. En esto sus dirigentes no han dejado ninguna duda, sólo alimentada, entre los más desconfiados de fuera, por sus oscilaciones anteriores. La foto de Colón, tan inicuamente explotada por el sanchismo, fue el acta notarial de su compromiso público con los electores, un pacto con el electorado ratificado un día tras otro hasta el final de las campañas. En los Ayuntamientos y en las Comunidades iba a ir de la mano del Partido Popular, en un reparto equitativo, con el apoyo de Vox, un partido católico conservador, defensor del nacionalismo cívico, mucho más respetuoso con la Constitución que los socios de Sánchez y los «federalistas» del PSOE. Eso entendimos todos. Ninguno de sus votantes lo ignoraba. Llegar ahora a componendas y repartos de cromos con el principal adversario político, cuya trayectoria no invita a pensar en un cambio de rumbo, defraudaría a muchos y alimentaría la leyenda de partido veleta e inconsistente, movido desde fuera por fuerzas poderosas u ocultas.
En esta endiablada partida están en juego los equilibrios de poder, en un momento en que Sánchez amenaza con quedarse con la capa y el sombrero, salvo Cataluña, el País Vasco y sus aledaños, que cedería a los nacionalistas a cambio de su sostenimiento. Estar hoy en el lado correcto consiste en levantar un fuerte poder municipal y autonómico que haga de contrapeso a la barbarie que viene.
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