Opinión

Abandono de principios

Se ha llegado a un acuerdo tripartito en la Comunidad de Madrid para la formación de gobierno. El coste ha sido, como mínimo, la renuncia de VOX a la derogación de una de las legislaciones de ideología de género más agresivas existentes en la actualidad. Estarán alborozados aquellos que piensan que el primer, casi único, objetivo de la política es que no gobierne el PSOE. Sin embargo, para los que creemos en una política de principios la noticia no podría ser peor.

La ideología de género implica un ataque tan feroz y totalitario contra conceptos jurídicos como la igualdad ante la ley, la presunción de inocencia o el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones que debería ser combatida no por la derecha sino por cualquiera que cree todavía en un estado de derecho. Sin embargo, la izquierda decidió convertirla en una de sus banderas con ZP y la derecha ha optado por seguirla ovejunamente abandonando cualquier consideración moral. El error es inmenso. En el caso de VOX, ha sembrado la desolación entre sus votantes porque el partido nació precisamente como consecuencia de la renuncia del PP a defender ideales que lo caracterizaron durante décadas.

Si Rajoy no los hubiera traicionado una y mil veces, VOX no habría nacido y ahora, si VOX renuncia a defenderlos, firma su sentencia de muerte. No mejor es la situación del PP que se ha desangrado en millones de votos que no volverán a sus listas mientras siga considerando que el mensaje de la gestión económica –por cierto, nada lucida en la época de Rajoy– es el único que merece la pena defender y que el camino es aumentar el número de gays en puestos directivos.

Quizá sea lógico que piense que, en una nación con el número de desempleados de España, la libertad, la vida y la familia no tienen relevancia, pero se equivoca y se cierra la puerta a recuperar pasadas victorias. Ni siquiera Ciudadanos sale bien parado con esta conducta. La agresión contra sus militantes en el último día del orgullo gay dejó de manifiesto que aunque Juan Carlos Girauta se ponga un tanga rosa y se morree con Albert Rivera nunca serán bien recibidos. ¡Buena está la izquierda como para compartir ese estandarte! Al final, todos han optado por abandonar sus principios y ni siquiera van a salir beneficiados.