Opinión

Rianxeira

«Ondiñas veñen, ondiñas veñen, ondiñas veñen e van»... cuando íbamos de excursión con las monjas cantábamos Rianxeira, una canción que no sabía que fue compuesta para recibir a Castelao en el destierro de Buenos Aires. Lo aprendí en un bar de la pequeña localidad gallega, donde Manolo ha heredado de su abuelo Feliciano un negocio próspero, y con él la memoria orgullosa del día en que éste colocó un gramófono en el balcón y reprodujo una y otra vez el disco de pizarra con la canción que sonaba a exilio y que se popularizó de esta forma.

Rianxo es un pueblo de unos 11.000 habitantes, derramado sobre un puerto en la Ría de Arosa, desaforadamente bella. Se conservan una parroquia que recuerda a Compostela y varias plazuelas con cruceiro. También la memoria de un campo de prisioneros del franquismo. Hay vecinos de Rianxo que aún tienen cuentas pendientes de la guerra. Me entra una melancolía machadiana.

Alfonso Daniel Castelao, médico y dibujante del cambio de siglo del XIX al XX, es el gran santón del nacionalismo local. Comenzó en el Partido Conservador y pasó después al regionalismo y finalmente, al Frente Popular. Fue ministro republicano en el exilio. En medio quedó un viaje a Extremadura –por represalias políticas de Lerroux– que le dejó mal sabor de boca. Aborreció esa tierra, su paisaje y clima y escribió «Galicia siempre». Acabó con una gran herida, como todo español que se precie. Cantando la Rianxeira en Argentina. No sé si le gustaría saber que siguen peleándose por sus ideas.