Opinión
Éramos pocos...
Eramos pocos y parió la abuela. El fruto de este parto político se llama Íñigo Errejón. Ella se llama Manuela Carmena. Es una mujer provecta y amable, roja hasta las cachas, que ha sido desalojada hace poco de la Alcaldía de la capital por los pérfidos políticos de la derecha y anda inquieta, de aquí para allá, con el crío en brazos. La criatura tiene más cabeza que experiencia, más ambición que lealtad, y llega con el engañoso cartel de «Más Madrid» bajo el brazo. En realidad, ¡más madera! A Errejón, el «Tintín» del foro, Madrid se le queda chico. Lo suyo es la política nacional y globalizadora. Sus compromisos, primero con Podemos y después con la comunidad madrileña, tenían, como se ve, poca consistencia. Eran verdes y se los comió un burro.
Entre unas cosas y otras, la izquierda está que arde. Literalmente. El «errejonazo» atraviesa el valeroso pecho de Pablo Iglesias. Es la venganza callada de la cabeza sobre el corazón. Y ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera. En la Moncloa el nacimiento del nuevo cartel electoral produce una mezcla de satisfacción e inquietud. Por un lado debilita aún más a UP y es, si llega el caso, un socio cantado de Sánchez, más fiable y manejable; pero, por otro, la operación entraña serios riesgos: divide aún más el electorado de izquierda, incluido el socialista, y favorece a los populares de Pablo Casado que están en alza. La atracción del poder es como el vuelo nocturno de la polilla a la vela encendida de la palmatoria. Los que se acercan, confiados, a Pedro Sánchez suelen acabar con las alas quemadas. Que se lo pregunten a Iglesias y a Rivera.
Hay razones para cuestionar la oportunidad del nacimiento de «Más Madrid» como fuerza nacional. Su irrupción confirma y agranda las divisiones de las izquierdas justo cuando se observa una fuerte tendencia de las derechas a la unificación o reagrupamiento. Y, por otro lado, este incremento de ofertas electorales sucede cuando empieza a notarse un cansancio con respecto a los «nuevos partidos», a los que se culpa en gran manera del bloqueo y de la inestabilidad política, sin haber aportado la regeneración de las instituciones que habían prometido. De ahí la tendencia en los sondeos a la recuperación del bipartidismo, todo lo imperfecto que se quiera. En estas circunstancias llega el «Tintín» Errejón, de la mano de Manuela Carmena, como Pepito Grillo de la política nacional.
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