Opinión

Tsunami

La crisis catalana, agudizada con la sentencia del Tribunal Supremo contra los cabecillas de la revuelta independentista, llega en plena campaña electoral y coincide con el anuncio del Gobierno de la inminente exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Una conjunción de elementos, o vientos huracanados, que amenaza con provocar un «tsunami» político, capaz de alterar, entre otras cosas, las previsiones electorales del 10-N. Aún no se adivina en qué sentido. Esto se vería favorecido si el «tsunami» –así lo llaman los revoltosos– de las protestas en Cataluña acabara fuera de control y provocara víctimas. Parece que es lo que buscan los más fanáticos y descerebrados. Produce, por ejemplo, escalofríos el abierto llamamiento a la violencia, en medio de la programada confrontación oficial, del ex senador socialista Jaume Sobrequés, el impulsor del siniestro simposio «Espanya contra Catalunya» de triste recuerdo. Semejante tipo, historiador al servicio de la causa nacionalista, ha escrito en «El Punt Avui», según recoge X. Vidal-Folch: «Sin una determinada acción violenta, jamás Cataluña alcanzará su liberación (…) Las acciones de masas realizadas hasta hoy, siendo necesarias y modélicas, se han demostrado poco útiles (…) Han llegado los tiempos de la nueva violencia». No es el único que está calentando el horno.

De la pacífica manifestación popular, empujada y bendecida desde las instituciones autonómicas, hemos pasado a la abierta confrontación con el Estado. La sentencia del Supremo, a pesar de su aquilatada suavidad, como quería el Gobierno, está siendo utilizada como yesca para el enfrentamiento. Los separatistas catalanes no admiten en público su derrota, no se resignan, no se rinden todavía. Aún quedan los fugados, que pronto tendrán que dar cuentas también. El cerebro de la operación de resistencia sigue siendo el condenado Oriol Junqueras. El presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista, mitad por sentido del Estado, mitad pensando en las urnas, da estos días muestras de fortaleza frente a los levantiscos que hace poco le llevaron en andas a la Moncloa. Les ha dicho a los políticos condenados, como Dante a los que cruzaban la puerta del infierno, que pierdan toda esperanza de redención, que no obra indulto que valga. Hasta el 10 de Noviembre esa es la consigna; después ya se verá. De momento, el «tsunami» catalán y la exhumación de Franco –telúrico seísmo histórico a destiempo– favorecen sobre todo a Vox. Lo más pernicioso que pueden pensar los catalanes de buena fe, en esta hora de confusión, es que España condena y da la espalda a Cataluña. Es todo lo contrario. Algún día, cuando pase el «tsunami», lo comprenderán.