Opinión
De abril a noviembre
El escenario nacional ha cambiado en los últimos seis meses. El 28 de abril era primavera. Todo florecía. En los árboles brotaban hojas nuevas. Ahora, en noviembre, la luz declina, arrecia el viento, golpea la lluvia en los cristales y el suelo de la calle está alfombrado de hojas secas. Es una metáfora de lo que está pasando. El cambio refleja bien, me parece, la variación en el ánimo de los votantes. De la esperanza se ha pasado al hastío o a la resignación. Este 10 de noviembre el paisaje es mucho menos luminoso, el porvenir se presenta, me parece, más oscuro. ¿Hasta qué punto el distinto clima emocional va a reflejarse en las urnas? Está por ver. Lo más seguro es que haya un descenso de la participación, como indican los sondeos. La gente está cansada de que los políticos desprecien la voluntad general y no sean capaces de ponerse de acuerdo.
Esta falta de entusiasmo de los electores, salvo los más fanáticos y atolondrados, que son los más peligrosos, es la diferencia más visible en lo que va de abril a noviembre. En estos seis meses de vacío de poder ha habido además otros cambios significativos, que modifican, como digo, el escenario y que podrían tener influencia decisiva en el voto. La sentencia contra los dirigentes catalanes ha agudizado la crisis en Cataluña con una insurrección en la calle, cuya expresión violenta amenaza allí el libre ejercicio del voto. En este último tramo del «proceso» las instituciones independentistas han cruzado la peligrosa línea de legitimar la violencia. Otro suceso llamativo ha sido la exhumación de Franco que ha removido sentimientos enfrentados de las «dos Españas», cuando los ánimos estaban ya sosegados. No falta quien pretende aprovecharse obscenamente de los huesos removidos. En fin, la otra variación importante en el panorama nacional es el cambio de signo de las expectativas económicas. De la euforia contenida del florido abril hemos pasado en noviembre a la caída de los principales indicadores. Se frena la economía y la creación de empleo. En cuanto al drama de la España despoblada, tendrá que esperar, como siempre, a mejor ocasión.
En resumen, los españoles acudirán a las urnas el domingo con el ánimo sombrío. Inquietos por la economía, el paro, los rebrotes de pasados enfrentamientos y la insoportable situación catalana. Les tocará votar, si aciertan los del tiempo, un día otoñal, lluvioso y desapacible, con nieve por los altos. Caminarán por la calle bajo los paraguas, hacia los colegios electorales, pisando las hojas caídas en este interminable otoño de España.
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