Opinión
Cordones sanitarios
Desde la izquierda se presiona obsesivamente para aislar a Vox, orillándolo de las instituciones y desacreditándolo ante la opinión pública. El nuevo partido es presentado como neofranquista y enemigo de la Constitución. O sea, un verdadero peligro público, una manifestación en España de la corriente ultraderechista que avanza, amenazadora, en Europa. Se propone, en consecuencia, rodear a este partido, desgajado del PP, de un cordón sanitario. Es decir, meterlo en un lazareto para que no contamine al resto, empezando por la derecha democrática y europeísta.
Desde esa derecha civilizada y desde las filas de Vox no comprenden a qué viene tanta inquina contra una fuerza política emergente, votada por varios millones de españoles y que, en todo momento, se ha manifestado conforme con el marco constitucional, aunque se muestre a la vez muy crítica con las autonomías regionales y fervientemente partidaria de revisar el título octavo de la Constitución. Lo cierto es que tiene derecho a proponer esa reforma, que apoyan la mayoría de sus votantes, ante el actual despilfarro y la disgregación nacional. Lo mismo que tiene derecho el PSOE a pretender cambiar el Estado de las autonomías por un Estado federal, una reforma de no menor calado. Se puede no estar de acuerdo con la reforma que defiende Vox ni con su radical rechazo a la ideología de género o a la actual política migratoria, pero eso no es razón para la exclusión y el aislamiento como si fuera un apestado.
En el territorio del centro y la derecha, donde acampan conservadores, liberales y democristianos, se ve con no menor preocupación que el Partido Socialista se disponga a gobernar con Podemos, una fuerza populista, heredera del comunismo, enemiga de la Monarquía parlamentaria y de la Constitución del 78 y partidaria de la autodeterminación de Cataluña. Al propio Pedro Sánchez, que, según Alberto Feijóo, «nos ha mentido a todos desde hace seis meses», le quitaba hace poco el sueño sentar a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros. La cosa se agrava si además hay que contar con los independentistas para formar Gobierno. El compromiso en el que están metiendo al Rey entre unos y otros es monumental. No es extraño que desde el ámbito de la derecha clamen al cielo contra este peligroso gatuperio y extiendan también, parece que con poco éxito, sus propios cordones sanitarios contra Podemos y los separatistas. Los cordones que establece la izquierda, con su infundado alarde de superioridad moral, tienen más éxito. ¡Pobre España! «Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado…» (Fray Luis de León).
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