Opinión

Escarche a VOX

«Dos que duermen en el mismo colchón se hacen de la misma condición». Los escraches y la «alerta antifascista», marca de la casa de Pablo Iglesias, parecen ahora asumibles para Pedro Sánchez. Tanto, que el socialismo está dispuesto a llevar tan antidemocrática práctica al Congreso. Las víctimas, lo presente como lo presente la coalición en ciernes, son los millones de votantes de Vox. Pocas horas faltan para que la XIV Legislatura abra con una escena que vaticina lo que quiere ser el mandato de Sánchez: un Gobierno contra media España. La constitución de las Cortes quedará marcada por el «cordón sanitario» que la izquierda intentará imponer contra el partido de Santiago Abascal.

PSOE

y Podemos, con la complicidad de ERC y PNV, pretenden expulsar de la

Mesa del Congreso a la tercera fuerza política. Borrarla del mapa

sin contemplaciones: 3,5 millones de españoles no importan. Tampoco

importa el hecho de que Unidas Podemos obtuviese poco más de 3 y el

partido de Gabriel Rufián 870.000: no todos los votantes merecen el

mismo respeto. La «alarma democrática» en la que vivimos exige

medidas draconianas. El credo sanchista, de obligado cumplimiento,

reza: «Renuncio a Vox, a sus seducciones, a sus pompas y a sus

obras».

En

el laboratorio esquizofrénico por el que se mueve Sánchez, todo

muta hasta parecer lo contrario. Nuestro gran riesgo es el partido

verde... y, sin embargo, es legítimo que un expresidente como

Zapatero blanquee a un terrorista como Otegi. O que la presidenta

socialista de Navarra pacte sus presupuestos con los herederos de los

asesinos de muchos de sus antiguos compañeros de partido. Por no

hablar, claro, de lo edificante que resulta ver al líder del PSOE

negociar su investidura con Junqueras, que está en la cárcel por

intentar acabar con España.