Opinión
El "caso Junqueras"
EL “CASO JUNQUERAS”
El futuro político
inmediato de España está en manos de un delincuente, condenado en
firme con todas las garantías procesales y que ha dado con sus
huesos en la cárcel, donde recibe, por lo visto, un trato de favor.
Se da la circunstancia de que semejante tipo, un sedicioso listo como
el hambre, con fama de iluminado, ha sido condenado por quebrantar la
ley intentando destruir España con la secesión de Cataluña. Y lo
peor de todo es que no está arrepentido, sino envalentonado, y no
pierde ocasión de exhibir su heroico papel de víctima. Sigue
empeñado en saltarse la ley a la torera con la aviesa intención de
culminar tan infame tarea. Por lo demás, una tarea inútil. Es el
cabecilla de un “proceso” -así se llama- que ha dividido,
enfrentado y empobrecido criminalmente a la sociedad catalana,
incendiando la calle y las conciencias. Del tal Oriol Junqueras
depende que haya o no Gobierno en España encabezado por el
socialista Pedro Sánchez, que es, según parece, su candidato
favorito. Pero la crisis catalana no se resolverá con un Gobierno
débil, con falsos diálogos, más concesiones o paños calientes.
Todo
está pendiente de que la Abogacía del Estado, en manos del
Gobierno, satisfaga las exigencias de Junqueras, que no son otras que
su puesta en libertad en aplicación de una controvertida sentencia
del Tribunal Europeo , sobre un secundario asunto procesal, que
además contradice la legislación española sobre el particular,
plenamente vigente. En España, para adquirir la condición plena de
parlamentario no basta con ganar las elecciones, hay que jurar o
prometer acatamiento a la Constitución. Es condición “sine qua
non”. Y ningún tribunal europeo está por encima del Tribunal
Supremo de España, como quieren hacer creer los leguleyos del
separatismo. Francia, Gran Bretaña y Alemania están cansadas de
ignorar sentencias que no les convencen o contradicen sus soberanas
normas propias. Así que es de esperar que los jueces del Tribunal
Supremo, diga lo que diga la titubeante y presionada Abogacía del
Estado, mantenga la dignidad de España y de la Justicia española,
vapuleada por Oriol Junqueras, Puigdemont, Torra y sus secuaces.
Cualquier concesión que suene a sometimiento sería un desastre. Son
tiempos recios, como dice Vargas Llosa. La situación exige la mayor
firmeza. Aquí vienen a cuento los versos de Alonso de Ercilla, poeta
popular del siglo XVI: “Poned a la fortuna el hombro fuerte, / a
dura adversidad corazón duro: /que el pecho firme y el ánimo
invencible / allana y facilita aun lo imposible”.
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