Opinión

Frente común

Parece seguro que Inés Arrimadas, como ha puesto de manifiesto la elección de compromisarios al congreso, se hará con las riendas de Cs. Esto facilitará el entendimiento con el PP para formar un frente común que frene la peligrosa deriva del «sanchismo» hacia la consolidación de un frente del PSOE con la ultraizquierda y los nacionalistas de la periferia. Arrimadas ha experimentado en su propia carne las funestas consecuencias de este compromiso de la izquierda con los separatistas catalanes. Ella misma hizo de dique en Cataluña, mientras pudo, ante la crecida avalancha contra España y contra el vigente sistema constitucional. No parece que el diálogo y las concesiones del presidente Sánchez a los soberanistas catalanes y vascos esté sirviendo para frenar las ambiciones de unos y de otros, sino todo lo contrario. Están envalentonados, como demuestran el acto de Perpiñán y la euforia de Bildu y el PNV ante las próximas elecciones vascas. Ahora el PSOE de Sánchez pretende repetir la historia en Galicia, mientras su principal socio en el Gobierno, Pablo Iglesias, lleva a la Asamblea de Podemos la propuesta de convertir España en una «república plurinacional».

No hace falta ser muy perspicaz para comprender los gravísimos riesgos de la política gubernamental para la convivencia democrática en España. Con todos los instrumentos a su alcance, el objetivo de Sánchez e Iglesias es perpetuarse en el poder, con la ayuda de los soberanistas periféricos, hasta cambiar el presente sistema constitucional de forma irreversible. Ese es el temor dominante, cada vez más extendido. Las divisiones y cicaterías de las fuerzas del centro-derecha impiden responder a este tremendo desafío con garantías de éxito. La irrupción de Vox respondió, en gran manera, a esta amenazante conjunción de las izquierdas y los nacionalistas, que recordaba al Frente Popular de triste memoria. Pero hoy Vox se ha convertido en el principal instrumento de propaganda de Sánchez y sus socios para evitar el éxito de las fuerzas constitucionalistas y en el principal obstáculo para el triunfo del centro-derecha. Su dudoso y perjudicial papel se verá, sin ir más lejos, en el País Vasco y puede que en Galicia. Ante semejante perspectiva, el PP de Casado y Cs de Arrimadas están condenados a entenderse, empezando por esas amadas periferias de España, perdidas o amenazadas. Toca ejercer la pedagogía de la moderación, sin extremismos, con sentido común y sin dar cuartos al pregonero. Me parece que en eso se está. No es tiempo aún de absorciones. Basta con un frente común ante la barbarie que viene.