Gobierno de España

“Equidistancia y pactos”

La unión del PSOE, PP y Cs configuraría una coalición parlamentaria muy sólida y centrada que permitiría negociar con fuerza en Europa

El confinamiento está teniendo un efecto muy perturbador en el terreno político. La crisis sanitaria es terrible y es un escándalo enorme que no sepamos la cifra exacta de muertos. Es tan increíble que parece que seamos un país en vías de desarrollo y no una de las grandes economías de la UE. El otro aspecto muy preocupante es el político y la incapacidad de alcanzar un gran acuerdo, porque caminamos con paso firme a la mayor crisis económica desde la posguerra. Los datos del FMI pecan de optimismo y me gustaría equivocarme. La realidad es devastadora y los elitistas funcionarios de los organismos internacionales, con sueldos espectaculares y vidas de privilegio, analizan los datos sin que importe que habitualmente aciertan menos que un vidente de feria. Por ello, no me da la gana ser equidistante y me importa muy poco recibir críticas por defender un gran acuerdo nacional que no puede ser, por supuesto, un cheque en blanco. El patriotismo se demuestra ahora y no con soflamas grandilocuentes o desahogos en las redes sociales.

He criticado en numerosas ocasiones al Gobierno, discrepo de los planteamientos radicales con que comenzó su andadura y ha gestionado mal la crisis. A pesar de ello es necesario sentarse, porque el PP es un partido de Estado que ha gobernado España con gran acierto como en su día lo hizo, también, la UCD. Me gustaría un gobierno de coalición, como sucede en Alemania, entre el centro derecha y el centro izquierda, pero no parece posible aunque sería la salida más sensata. No hay que olvidar que la unión del PSOE, PP y Cs configuraría una coalición parlamentaria muy sólida y centrada que permitiría negociar con fuerza en Europa y ofrecería un mensaje muy potente de confianza a la sociedad española y los inversores internacionales. Como ni puede ni debe ser un cheque en blanco, Sánchez debería entregar una hoja de ruta y unos compromisos concretos para convencer a Casado. No son tiempos para el tacticismo o el radicalismo ideológico de izquierdas, sino una oportunidad para afrontar un gran plan de reconstrucción nacional en el que es imprescindible el concurso del principal grupo de la oposición. Es evidente que sin el PP no habrá realmente ningún acuerdo. No es fácil porque el confinamiento y la crisis ha producido una indeseable radicalización de posiciones, pero al menos se tienen que sentar.