Opinión

“Nueva Normalidad: Podemos, Cs, PNV, ERC...”

Esta es una sociedad tan desmemoriada que Júpiter Sánchez iracundo consiguió embarrar el terreno de juego. Una vez más demostró su habilidad política. Ahora toca difamar a Pérez de los Cobos, la Guardia Civil y la Policía. No importa, porque todo vale.

Por fin, ya tengo claro qué es la Nueva Normalidad aplicada a la política. Me ha costado un cierto tiempo hasta que he visto a Ciudadanos confluyendo en el fervoroso apoyo a Sánchez con los independentistas y una izquierda antisistema ahora reconvertida en el sistema. Lo que se trata es de estar cerca del poder y que el sol de La Moncloa reconforte a los que son buenos chicos. Es evidente que Arrimadas y sus huestes cuentan con la gratificante benevolencia presidencial. La tormentosa sesión del Congreso para aprobar la sexta y última prórroga del caprichoso e innecesario estado de alarma mostró que Sánchez ha decidido bajar a la arena y repartir leña. ¿Cómo se atreve el centro derecha y los medios desafectos a cuestionar a Marlaska? Por ello, sacó a pasear esa tontería propagandística de la policía patriótica y la cloaca. Lo más sorprendente es que lo haga el PSOE que inventó el GAL y protagonizó una sucesión ininterrumpida de repugnantes escándalos de corrupción.

Esta es una sociedad tan desmemoriada que Júpiter Sánchez iracundo consiguió embarrar el terreno de juego. Una vez más demostró su habilidad política. Ahora toca difamar a Pérez de los Cobos, la Guardia Civil y la Policía. No importa, porque todo vale. Las pruebas son abrumadoras. Si el PSOE y Podemos estuvieran en la oposición montarían una bronca monumental, rodearían las sedes del PP, el Congreso y lo que conviniera. El presidente no tiene razón porque Marlaska ha montado un lío innecesario en un procedimiento que jurídicamente no tenía mucho recorrido, aunque fuera ciertamente incómodo. Conozco al delegado del Gobierno en Madrid y estoy convencido de que actuó conforme a derecho. Me sería muy cómodo sumarme a una trinchera, pero no me da la gana y estoy dispuesto a asumir las críticas. A otros les gusta ejercer de juristas de Wikipedia y pontificar como si supieran de todo. La magistrada hace lo que le corresponde a la hora de instruir, con rigor y prudencia. Otra cuestión distinta es el despropósito que ha organizado el ministro destituyendo a un funcionario de trayectoria intachable y metiéndose en un laberinto de mentiras. Han convertido en una tormenta perfecta una instrucción que podría haber transcurrido con normalidad y cuya única incomodidad para Franco era tener que ir a declarar. Esta es la realidad jurídica. Ahora tenemos una grave crisis política que muestra la ética de la Nueva Normalidad.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).