Opinión
Pedro, Pablo, ¿y quién será Judas?
La historia toma aires bíblicos. No por la pandemia. El otro castigo divino, aparte del que ya padecemos, es volver la cabeza y convertirnos en estatuas de sal tras mirar a nuestros gobernantes, bueno, a todos no, al puñado que se bate en duelo como en un «espagueti western» (Yo, Ennio Morricone, he muerto) en los que hacían más daño el sonido de las balas que las muertes que provocaban. Pedro y Pablo encabezan la lista y comparten fecha del santoral. El mío. Uno de los dos traicionará al otro. Está escrito. Ambos conocen cómo se clava un puñal. Podrían editar un tutorial en Youtube. Saben cómo asesinar y que otros u otras limpien la sangre. Crecieron matando. Aunque hay maneras de morir. Iglesias intenta estos días disparar a todo el que se mueve, pareciera salido del sueño de un mono loco. Confunde una hojarasca al viento, o a un periodista, con una banda de criminales. De alguna manera ha muerto, pero hay difuntos que no lo saben y pasean el ataúd creyendo que es un traje a medida. Pablo luce coleta, aunque en realidad se ha quedado calvo. Es Anasagasti, que en paz descanse, tapando con la ensaimada las vergüenzas de la desnudez. La traición, al cabo, no confundir con la venganza, está en los genes de un político. Para que les respeten, muestran las muescas del revólver. Ayer mismo, Sánchez dejó en la cuneta al rey emérito. Un estornudo de Juan Carlos I valía más que todos sus discursos. No están nuestros jerifaltes para moralizar sobre los cadáveres en el armario. Pero a lo que íbamos, que se me van ustedes por las ramas del monte de los olivos. ¿Quién se llevará las treinta monedas de plata? Hay otro aspirante a macho alfa, que se sienta en el Congreso y prepara a conciencia su actuación en el club de la comedia, que, si tuviéramos un buen guionista para el serial, sería el señalado para el papel de Judas, y al que el relato blanquearía como se hizo en «Jesucristo Superstar» o esas otras relecturas en las que los malos tienen motivos para serlo. Desde ese momento se perdió el faro que nos llevaba a algún puerto. Todo es relativo. Rufián se postula para el papel estelar. Otra cosa es que lo permita Sánchez o si preferirá asirse a Arrimadas. Solo puede quedar uno. Y si nos guiamos por la hemeroteca, el que siempre gana es Sánchez. Traición habrá, solo falta saber si quedará registrada en una tarjeta de móvil.
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