Opinión

Se las pongan, coño

España lidera la subida de rebrotes. Un nuevo récord que teníamos que apuntar a nuestro historial reciente, repleto de grandes gestas, como la de dejar morir a miles de personas sin que se enteraran sus familiares. Las estatuas que se levantarán de este tiempo de botellón también se derribarán algún día. Pero la juventud tiene que explayarse. A colocarse todos, o algo así, dijo Tierno Galván como epitafio de la Movida. A ver, si mi padre me anima a que me coloque lo más probable es que sea adicto a la cerveza sin alcohol, que es casi casi pero no es lo mismo. Primero fueron los viejos y, ahora, los adolescentes, que ya quisiera para sí Pablo Iglesias para su corte de votantes de efebos y efebas. El Congreso vivió ayer un remedo del 23-F, ahora que se lleva hacer chanza de todo lo que huele a Transición, como un ramito de violetas. Se las pongan, coño, dijo en lenguaje políticamente correcto Meritxell Batet. Las mascarillas. La Cámara Baja ya era un foco de contagio de mal rollo, lo peor es que ahora puede ser el epicentro de un rebrote. En la próxima sesión de control de allí no sale ni dios sin hacerse una PCR en condiciones. Los diputados en cuarentena darán más juego que los concursantes de «La casa fuerte». Será el momento en que salten chispas entre el vicepresidente segundo y Macarena Olona, que está todavía en la edad de la vendimia. No llevar mascarilla en un lugar cerrado donde se escupen palabras en gotitas que viajan por el aire, en lenguaje de Simón, el surfero, mientras que a los bañistas les obligan a llevarla en su paseo por la orilla, no es más que otra muestra de que los españoles van por un lado y sus políticos, por dirección prohibida. Era un día de falsa celebración en la bancada socialista, como esas fiestas de reuniones familiares que acabaron confinando una comarca. Lo mejor de todo fue la mascarilla de Pedro Sánchez, blanca y con la bandera de España, el símbolo de la rendición ante Europa. Si una vez pasado el periodo de encierro las autoridades sanitarias decidieran clausurar el hemiciclo en poco cambiarían nuestras vidas. Como nadie tiene idea de lo que está pasando o puede pasar nos obligan a ir enmascarados para curarse en salud. Creemos que estamos a salvo, pero solo hay que verlos para colegir que es falso. Una cruel mentira. Estamos vivos a su pesar.