Opinión
Cs indulta la corrupción podemita
¡Quién te ha visto y quién te ve, Ciudadanos! Hace no tanto, al partido naranja se le llenaba el buche con las palabras de moda entre quienes dicen luchar contra la corrupción: «Ética», «decencia», «legalidad», «Estado de Derecho» y un tan largo como facilón etcétera. Hablaban con una tranquilidad pasmosa, entre otras cosas, porque la formación estaba aparentemente limpia. Tan aparentemente limpia como ahora. Para el autodefenestrado a la par que añorado Rivera —la comparación con Arrimadas no es odiosa sino escandalosa— no había corrupción buena y mala, sólo mala, básicamente, porque con el mal no cabe hacer distinciones en función de la ideología o el amiguismo. La mangancia no admite matices. La mangancia es la mangancia, la destape Agamenón o su porquero. Aún recuerdo cómo Albert Rivera exigía indiciariamente la cabeza de medio PP y parte del otro, aunque ello le llevase a meter la pata a la larga. El entonces baranda de Ciudadanos consiguió apartar de la vida pública en 2017 al a la sazón presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, por una imputación que hará cosa de un año quedó en absolución. Tres cuartos de lo mismo reclamó para una Rita Barberá que falleció sin ser condenada. Y no digo que en otros casos no tuviera razón, que la tenía, vaya si la tenía… Lo que resulta comprensible es que el partido que tan estricto fue con el PP ahora se avenga pelotamente a negociar los Presupuestos con un Gobierno socialcomunista en el que figura una formación, Podemos, que está imputada como persona jurídica y que tiene en semejante condición procesal a la mano derecha de Iglesias, el siniestro Juanma del Olmo, al Bárcenas podemita, Daniel de Frutos, y a la gerente, Rocío Val. En fin, otra Gürtel pero en versión roja y poco aseada. Sin olvidar que el duce morado está a días, semanas como mucho, con pendiente o sin él, de un posible suplicatorio al Supremo por haber fabricado el caso de la tarjeta Sim, que con el tiempo se rebautizó como caso Dina y que finalmente ha devenido en caso Iglesias. Por no hablar del repugnante hecho que supone en términos morales el que un partido liberal e impecablemente constitucionalista vaya a convertirse en socio del socio del terrorista Otegi y el golpista Junqueras. A este paso, ¡el año que viene vemos a Arrimadas en la Diada de la mano de Torra!
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