Partido Popular

El acoso y derribo contra el PP

Casado sufre ahora una operación de acoso y derribo. Por ello, tiene que actuar sin complejos y con firmeza. La Justicia deberá resolver lo que sea sobre el caso Kitchen, pero nada tienen que ver ni el PP ni su dirección»

No es ninguna sorpresa comprobar que cualquier cosa que afecte negativamente al PP desata un enorme fervor en la izquierda y la feliz colaboración de Ciudadanos. A estas alturas parece que el caso Kitchen es el mayor escándalo que hayamos conocido mientras que son irrelevantes los problemas judiciales que afectan a Podemos, PSOE y al nacionalismo catalán. La izquierda política y mediática poco tiene que decir de estas cuestiones a la vez que no le causa ningún escándalo la connivencia con los independentistas y los herederos de ETA. Por lo visto, son cuestiones poco relevantes. Lo único que tiene que centrar nuestra atención es el posible espionaje a Bárcenas y la malversación de fondos públicos, ya que estamos hablando de una cifra impresionante de alrededor de los 50.000 euros. Esto no significa que no se tenga que investigar y procesar a quienes hayan podido cometer actos ilícitos que vulneraban el ordenamiento legal. No tengo ninguna duda porque todos somos iguales ante la ley, aunque no se aplica de igual forma cuando afecta a políticos o partidos de izquierdas o independentistas.

Casado y el PP han sido malos al no someterse a la petición gubernamental de apoyo a los Presupuestos mientras que en Ciudadanos han sido buenos chicos. Hace unos días predecía irónicamente que los populares recibirían una intensidad de fuego de bombardeo similar a la Primera Guerra Mundial. No me equivocaba. La izquierda, con la inestimable colaboración gubernamental, ha decidido eternizar el escándalo Gürtel y no hay nada que pueda hacer el PP para librarse de ello. No les bastó la moción de censura, porque los socialistas tienen una concepción patrimonial del poder, aunque cuando concluyen sus periodos de gobierno, como sucedió en 1996 y 2011, la situación económica que dejan es catastrófica. Es algo fácil de comprobar con los datos oficiales de paro, endeudamiento, crecimiento y déficit público. No importa, porque son auténticos maestros de la comunicación y la propaganda. Lo mismo sucede con la corrupción. El número de casos que ha afectado al PSOE desde la Transición hasta nuestros días ha sido espectacular, pero parece que solo el PP tiene que pedir perdón, hacerse el harakiri y someterse mansamente a las peticiones de la izquierda. Y cuando parece que no es suficiente siempre tienen a Franco y la desmemoria histórica para agitar a su electorado.

Uno de los graves errores del PP ha sido siempre sus complejos. Nunca dejó de sorprenderme que se reivindicara a un personaje tan nefasto, incompetente y sectario como Azaña, se cantaran las bondades de la Segunda República o no se tuviera un discurso sólido y coherente sobre el significado de reconciliación que comportó la Transición. España sufrió casi dos siglos malos, salvo excepciones, desde la deposición de Carlos IV por su hijo Fernando VII, las abdicaciones de Bayona, la ocupación francesa y la Guerra de la Independencia, y finalizó con el comienzo del reinado de Juan Carlos I. Nos pasó de todo y es verdad que hubo etapas positivas, pero el balance es malo, la imagen española era pésima y a veces parecía certera esa nefasta frase de «Europa comienza en los Pirineos». El centro derecha español, tanto la UCD como su continuidad que ha sido el PP, ha realizado una extraordinaria gestión en sus periodos de gobierno y es sorprendente que no se reivindiquen esas tres etapas con la firmeza y contundencia que merecen.

Casado y su equipo nada tienen que ver con los presuntos actos ilegales que se pudieran haber cometido en el caso Kitchen y que corresponderá determinar a los tribunales si lo fueron o no. En cualquier caso, lo importante y fundamental es que la izquierda es incapaz de gestionar con eficacia y rigor el Gobierno de España y el PP sí lo sabe hacer. No tiene que tener ningún complejo y no existe ni ha existido una superioridad moral, intelectual, política o cultural de sus rivales. Es una enorme estupidez. Lo que no sabe hacer es comunicar. Es algo que debería resolver, aunque en la etapa de Aznar la cosa cambió con Miguel Ángel Rodríguez, porque supo ejercer de director de comunicación y no de jefe de prensa del entonces presidente del partido y luego del Gobierno. Son dos cargos y funciones distintas. La comunicación es siempre fundamental, pero no solo en la política sino en la economía, la cultura y cualquier actividad. No solo hay que hacer las cosas bien, sino saber trasladarlas a la sociedad. El PSOE lo hace mal y gestiona peor, pero en cambio comunica con una extraordinaria eficacia. No tiene complejos. A nadie se le ocurre culpar a Sánchez de los errores de la anterior crisis o los escándalos del PSOE. Esta es la diferencia.

Casado sufre ahora una operación de acoso y derribo. Por ello, tiene que actuar sin complejos y con firmeza. La Justicia deberá resolver lo que sea sobre el caso Kitchen, pero nada tienen que ver ni el PP ni su dirección. No existe una deuda perpetua que signifique un lastre para su actuación política. En este caso si es bueno que recuerde la estrategia política y de comunicación que aplicó Aznar y su equipo hasta alcanzar la victoria en 1996. No hay que olvidar que también sufrió una permanente campaña de estigmatización que fue desde buscarle otros candidatos dentro y fuera del partido, que serían mejores que él, hasta recordar que eran herederos de Franco y los «Siete magníficos» pasando por escándalos de corrupción. Y al final, ganó centrándose en lo importante que era ofrecer una alternativa sólida a Felipe González y poner de manifiesto su pésima gestión política y económica.