Opinión

Las llamas no nos dejan ver el bosque

Mientras hablamos de nuestras cosas y nuestos politiqueos, medio planeta se quema. No es una manera de hablar. En California, otro nuevo incendio declarado en estos días sube a la cifra de 1,5 millones de hectáreas, la mayor extensión de la historia en un año, y que se acumula a una catástrofe de años de maltrato a la tierra, cada vez más seca y más árida en una región del mundo en peligro de desertización. No es solo en California. De la manera silenciosa, como suceden las desgracias en Rusia, pero delatados por las imágenes de satélite que recogen las gigantes humaredas, Siberia lleva ardiendo tres meses. Según ha indicado el servicio europeo Copernicus sobre cambio climático, el fuego de este verano ha provocado emisiones récord de CO2. Por segundo año consecutivo, Siberia arde como causa y consecuencia a la vez de las temperaturas récord de más de cinco grados sobre el promedio. Los suelos se secan y los científicos no descartan que las llamas de este año sean en realidad una continuidad de los rescoldos de 2019. El año pasado, Rusia admitió que habían ardido 3 millones de hectáreas (el equvalente a la superficie Bélgica) pero Greenpeace habla de 12 millones. Debido a la temperatura del suelo, las ascuas se levantaron de nuevo y llevan tres meses consumiendo el terreno. Tres meses en llamas sin que nadie lo pueda detener. El fuego ha llegado al Circulo Polar Ártico, donde se han batido todos los máximos de temperatura.
En el Amazonas se ha batido el récord de deforestación en un año, cuando, en Agosto, se contaban 10.136 fuegos. Las sequías dan paso a los incendios. La situación es preocupante también en Bolivia, Colombia y la Guayana. Las cifras de incendios en el mundo han alcanzado un récord en todo el planeta: estamos ante una emergencia mundial que forma parte de una crisis climática sin coste político. Millones de animales murieron en Australia y las llamas devastaron medio país. Y todo está vinculado al cambio climático. Ya sé que tenemos muchos problemas en este 2020, pero estamos, según ha alertado Naciones Unidas, acercándonos al punto de no retorno. Los glaciares se deshacen, los océanos están en peligro por contaminación y sobreexplotación y la tierra se seca como una rotonda de Tánger. El otro día apareció una criatura prehistórica que llevaba miles de años en el hielo. Nos hizo mucha gracia, pero si llevaba congelada desde la prehstoria y ahora no lo está, quizá sea para pararse a pensarlo.
Este año nos hemos dado de bruces con el futuro que no nos creíamos que jamás sucedería. Lo que puede venir si no le ponemos remedio es infinitamente más peligroso que un virus respiratorio. ¿Pero Messi está contento?