Opinión

Personajazo Ayuso

La presunta genialidad del sobrevalorado Iván Redondo no es esencialmente fruto de haber trabajado con insignes barandas del PP como Monago, Albiol o Basagoiti. El maquiavelismo de pitiminí le viene de haberse empapado hasta el paroxismo la adictivísima a la par que inverosímil House of Cards. La serie protagonizada por el menorero Kevin Spacey y la antológica Robin Wright es un canto al maquiavelismo, maquiavelismo hiperbolizado, maquiavelismo imposible, con lo cual, de real tiene cuarto y mitad. Y claro, cuando intentas parecerte en España a un presidente estadounidense más malo que la quina, que mata personalmente a todo aquel que le incomoda, lo normal es que acabes caricaturizado. Sea como fuere, él está detrás de toda la campaña antiAyuso, de ese agit-prop baratero que se inició tal día como hoy hace un año, cuatro meses y tres días. Los que han transcurrido desde que la jovencísima periodista retuviera una Comunidad de Madrid que todas las encuestas, incluidas esas israelitas que fallan más que una escopeta de feria, daban por perdida para el PP. Muchos se preguntaron hace seis meses por qué todos los periodistas de izquierdas daban el cante al repetir cual papagayos el mismo argumentario: “Ayuso es la gran culpable de la expansión del virus”. Era el modus operandi ideado por Redondete cual cortina de humo para desviar la atención de Moncloa a la Puerta del Sol. No coló. Todo el mundo apuntó a Pedro Sánchez por razones obvias: su decisión de no confinarnos dos semanas antes para llegar como fuera al 8-M, y complacer a Irene Montero, multiplicó por cinco la incidencia de la pandemia. Y la gente no es gilipollas. Tras el Plan Poncio Pilatos de derivar responsabilidades a las autonomías, pensaban que el truco sí funcionaría. Pero el españolito de a pie continúa en esa clave centralista que lo dominó todo durante siglos. Y eso que son la excepción que confirma la regla los medios que no están todo el día pegando a Ayuso por tierra, mar y aire, del derecho y del revés. Al punto que si un marciano visitase España, viera las teles o los periódicos, concluiría que el virus no lo inventaron los chinos en Wuhan sino Ayuso en su casa de Malasaña. Es todo tan burdo que, en lugar de conseguir erosionarla, la están convirtiendo en un personajazo, en la nueva Esperanza Aguirre. Al punto que a su izquierda es la nada. La política madrileña es una realidad unidimensional: Ayuso por aquí, allá y acullá, Ayuso omnipresente como Dios. Y encima Redondete se pasó de listillo pensando que daría un golpe de efecto con la visita de su jefe a Sol. Pero resultó que la escenografía banderil dibujó a nuestra protagonista en el imaginario colectivo como una suerte de primer ministro extranjero de visita en España, en fin, como alguien a la altura institucional del presidente del Gobierno. El spin doctorcete de Moncloa lanzó un bumerán que, al final, ha acabado reventando la cabeza equivocada, la de su señorito. Presidenta, al menos, llámales y dales las gracias. Menudo campañón gratis total te están haciendo.