Opinión

La pelea de las machas alfa

No, bonita, no hay unas verdades reveladas en el catecismo feminista. Feminismo es lo que diga Irene Montero, la diva que sostiene que está bien que le hagan el avión a Teresa Rodríguez y la expulsen del grupo parlamentario de Andalucía mientras disfrutaba de su baja por maternidad. «La política no se para por ser madre», aseveró la ministra de Igualdad, sin que su cuadrilla del ministerio -esas Boti y Beatriz Gimeno, guardianas del coño insumiso- se haya echado a la calle con triángulos en las manos, nosotras parimos -bueno, ellas en concreto, no-, nosotras decidimos. Feminismo es María Jiménez, una sola de sus bragas compradas en el piojito -«me las quitan de las manos»- vale por mil calzoncillos. Ellas son más de la camarada Rosa Luxemburgo o de Nadezhda Krupskaia, la mujer de Lenin, por algo también son señoras de. Este cacareo podemita es una pelea entre María Patiño y Chelo García Cortés, maquillaje barato de la nada para subir la audiencia limpiando un váter por 100 euros. Tanto abomimar del rosa porque oprime a las niñas, con un informe que cuesta 17.000 euros, y acaban en el fango couché del Empodérame Deluxe. El Estado de Alarma también es esto: que una señora del Ejecutivo diga lo contrario de lo que hace o al revés mientras las vedettes de su ministerio nos afean que en las series de televisión salen demasiadas mujeres guapas. El próximo 8 de marzo, si para entonces se puede salir a la puerta de la calle, las danzarinas moradas le harán la ola y montarán un escrache contra algunas despistadas de Ciudadanos que aún no digieren que cuando dicen feminismo, o lo que sea que termine en ismo, quieren decir comunismo o lo que tiene en la sesera sexual esta nueva izquierda cautiva del yo y las identidades del hombre invisible. Las machas alfa, lenguaje inclusivo, orinan el terreno que es el universo tuitero para demostrar quién manda. Solo falta que Kichi y Pablo Iglesias se reten en duelo para coronar este pasillo de comedias con el que Alfonso Paso se haría una de Paco Martínez Soria. Lo dijo Camille Paglia, que es María Jiménez con título: «Quiero liberar al feminismo de las propias feministas».