Política

¿Esta es la España que nos merecemos?

Revelador título el elegido por el PSOE para que Pedro Sánchez pudiera marcar posición sobre la situación política en un momento de confusión y deriva: «La España que nos merecemos». Los mensajes son ambivalentes y, cada vez más, vacíos de contenido. Pueden significar eso y lo contrario: la España que entre todos ha construido uno de los momentos más prósperos de su historia moderna, o la que hemos dejado en manos del peor Gobierno de la democracia. Pues en ese escenario de malísima «agitprop» para consumo interno el presiente del Gobierno hizo una declaración de principios que es síntoma de la falsedad que no puede ocultar por más que se empeñe en adornarla con frases almibaradas, como es la naturaleza de los pactos de investidura y ahora revitalizados con el Presupuestos Generales del Estado. Asegura sentirse «comprometido con el pacto constitucional en todos sus términos y extremos», con una Carta Magna «conquista alcanzada con la lucha y el sufrimiento de los demócratas antifascistas». Esa declaración no sólo rompe dicho pacto y lo manosea en beneficio propio, pues su base era la reconciliación entre bandos –como la composición de la propia Comisión Constitucional reflejaba: desde el franquismo reformista hasta el comunismo–, sino que los que precisamente votaron en contra o se abstuvieron en el referéndum de diciembre de 1978 fueron todos y cada uno de los actuales socios Sánchez: PNV (abstención porque no colmaba su aspiraciones nacionales), la izquierda abertzale representada abiertamente por ETA (que se dedicaba a asesinar: 64 muertos en 1978; 84 en 1979; 93 en 1980...) y ERC, que organizó un campaña en contra (aunque su único diputado en Madrid, el xenófobo Heribert Barrera, se abstuvo). De estar en activo ese Ministerio de la Verdad que quiere poner en funcionamiento para contrarrestar informaciones desfavorables al Gobierno, lo dicho ayer por Sánchez en un «fake».

Un mentira que sólo busca ahondar aún más la trinchera que este Gobierno viene cavando desde su constitución. El PSOE de Sánchez está trabajando denodadamente por el final del pacto de la Transición porque, de hecho, es la consecuencia inevitable de tener como socios a los que abiertamente quieren acabar con el orden constitucional. Su discurso de ayer pasará a la historia como una de las piezas más vulgares pronunciadas por un secretario general socialista. Su defensa del pacto con ERC ya es difícil, poniendo encima de la mesa cuestiones como la desaparición del castellano como lengua vehicular en la enseñanza y ahora utilizando a los independentista como piqueteros contra el régimen fiscal de Madrid, parece imposible argumentar que pactar con Bildu es en beneficio de España. Sánchez comete un grave error, una infamia política: no se puede gobernar dejando fuera a la mitad de los españoles.