Elecciones catalanas

El anodino Illa y sus extraños socios

«La opción de Illa como presidente de la Generalitat nos garantizaría un gobierno con encefalograma plano, aunque obediente a la voz de su amo»

Pedro Sánchez se ha sacado un conejo de la chistera, aunque resultaba bastante previsible, y destierra a Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat. El otro día me permití aclarar que el mercado de cargos está tan devaluado que cabe esperar ningún mérito especial para ocupar cualquier responsabilidad importante. No hay más que ver algunos miembros del consejo de ministros para comprobar la diferencia con respecto a lo que sucede en otros países. En cierta forma, y a pesar de mis críticas a los oligarcas gibraltareños, entiendo que prefieran ser británicos antes que españoles, aunque quizá porque no pueden ser franceses como el padre de Boris Johnson que no quiere dejar de ser ciudadano de la Unión Europea. En cualquier caso, Gran Bretaña sigue siendo más seria que nosotros, aunque me pese tener que reconocerlo. ¿Qué aliciente tiene un gibraltareño para integrarse en un país que tiene un gobierno socialista-comunista que, además, depende de los caprichos de independentistas y bilduetarras?

Este gobierno regaló el otro día la nacionalidad a un amiguete. Se trata de un mediocre pianista cuyo único mérito reseñable es ser compadre ideológico de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que han aguantado estoicamente alguna de sus interpretaciones aporreando las teclas del piano. Rhodes sufrió abusos sexuales durante su niñez, algo que merece nuestra solidaridad, pero no es necesario que se le regale la nacionalidad como si le hubiera tocado en una tómbola. Al igual que muchos miembros de la coalición gobernante es el prototipo de los pijo progres de la middle class, que en Gran Bretaña son lo que aquí conocemos como la alta burguesía. Es decir, los ricos británicos que no son nobles o terratenientes hereditarios. Ni siquiera es descendiente del polémico Cecil John Rhodes, aunque quizá sea el único mérito reseñable del personaje. Nuestro Rhodes será un buen y fiel votante de la coalición de izquierdas. A lo mejor le pueden hacer ministro o secretario de Estado, ya que, si tenemos a Illa y a otros personajes pintorescos, este aficionado al piano encajaría a la perfección.

El actual ministro de Sanidad es un fiel reflejo del nivel político que se ha instalado en nuestro país y lo escasamente exigentes que nos hemos vuelto. El antiguo alcalde de la pequeña localidad de la Roca del Vallés, aunque hay reconocer que no lo hizo mal, afronta ahora el reto de relevar a Iceta como líder del PSC y convertirse en la marioneta de La Moncloa en Cataluña. Es decir, estar disponible para ocupar el cargo que le dejen los independentistas si se forma gobierno o quedarse en la oposición si no hay otra salida. El sueño de Sánchez es formar un sólido frente de izquierdas en toda España que garantice cien años gloriosos de socialismo bajo su impulso, pero que nadie se asuste porque su liderazgo no durará un siglo. Al nuevo PSOE no le importa cerrar alianzas con los independentistas o los herederos de ETA a lo que se añade que su secretario general, al igual que sus antecesores, sabe muy bien cómo utilizar el poder. No comete los errores de los populares que siempre están acomplejados con el qué dirán. No quiero imaginar qué hubieran dicho los periodistas de izquierdas si el PP hubiera hecho algo similar a lo de Rhodes.

Estos días he estado en mi querida Cataluña y la verdad es que regreso con pena en el corazón. He observado el declive de una sociedad dividida por culpa de los independentistas y la sumisión de un socialismo incapaz de asumir su papel dentro del constitucionalismo. Es asombroso ese ensimismamiento independentista bajo el liderazgo de una colección de gobernantes mediocres que son capaces de eclipsar a sus antecesores. Illa no desmerece el nivel y lleva el aval del fracaso ministerial que el poderoso aparato de La Moncloa muestra, con la habilidad que le caracteriza, como un éxito de gestión. La verdad es que viendo como votamos los catalanes no me sorprenderá que logre un buen resultado.

Las encuestas han sido la razón que ha motivado la defenestración de Iceta, que camina ahora con paso firme hacia una cartera ministerial, no importa el nombre o contenido, como premio de consolación tras haber sido sacrificado en el altar del sanchismo. Otro aspecto positivo es, precisamente, que los fieles son recompensados. Susana Díaz debería tomar buena nota, porque su futuro es más bien oscuro y la simpática ministra de Hacienda tiene todos los números para sustituirla. Le guste o no. Me refiero por supuesto a las dos. El enredo en Cataluña es tan grande que cualquier cosa puede suceder. Aragonés, que es el voluntarioso testaferro de Junqueras, propuso el otro día un frente disparatado alrededor ERC con JxCat, PDeCat y comunes. Lo único divertido sería el estrepitoso fracaso del proyecto diseñado por los socialistas.

Es fácil entender que esta majadería significaría un gran impulso para la recuperación de Cataluña. La opción de Illa como presidente de la Generalitat nos garantizaría un gobierno con encefalograma plano, aunque obediente a la voz de su amo. No me encaja que ERC pudiera aceptarlo. Otra cosa distinta es que Aragonés fuera presidente e Illa asumiera la vicepresidencia contando, por supuesto, con los comunes de Ada Colau. Hay quien piensa que esto permitiría ganar tiempo y aparcar la agenda independentista, pero sería letal para ERC con un Puigdemont dedicado a su actividad principal de «mosca cojonera» del nacionalismo catalán. No hay nada más inquietante que tener a alguien ocioso, como el fugado expresidente, ocupado en criticar la sumisión de ERC al PSOE. En realidad, no caigamos en la cortina de humo de Aragonés, porque realmente quiere el tripartito con los socialistas sin principios de Illa y los antisistema-comunistas de Colau. ¿Y a alguien le puede sorprender que los gibraltareños prefieran ser británicos?