Opinión
Ley del embudo
La izquierda y sus medios afines vuelven a emplear el enésimo cambio de versión de un condenado para arrinconar al PP
La estrategia de defensa del extesorero popular, Luis Bárcenas, marca la agenda política del PP. Pese al compromiso de Casado con la regeneración, pilar del contrato suscrito con sus militantes cuando llegó a la Presidencia de su partido, la izquierda y sus medios afines vuelven a embarrar el terreno y a emplear el enésimo cambio de versión de un condenado por la Justicia para arrinconar al principal partido de la oposición. La corrupción como si fuera un pecado perpetuo del PP.
Llama la atención la doble vara que algunos aplican al asignar responsabilidades. Esta pasada semana los tribunales han procesado a una veintena de altos cargos del PSOE valenciano por el «caso Divalterra». En los últimos meses, varios jueces han seguido desenmascarando ese gran agujero negro de corrupción que es el caso de los ERE en Andalucía. Usando una caprichosa ley del embudo, ninguno de los que exigen a Casado que se dé golpes de pecho por las fechorías que relata Bárcenas –acaecidas en tiempos ajenos a la actual dirección– reclama el mismo «antibiótico» para Sánchez. Ni siquiera para Puig o Díaz, tan próximos a las corruptelas socialistas que dirimen los tribunales.
Laura Borrás, investigada por el TS por presunta prevaricación, aspira a presidir la Generalitat. Nadie exige explicaciones sobre este asunto a Puigdemont –que tampoco está para dar lecciones de ejemplaridad– ni se cuestiona que su pupila sea candidata con semejante mancha. Imputada está asimismo la presidenta del PSC sin que nadie haya cuestionado a Salvador Illa por el asunto.
Solo en virtud de la autoproclamada «superioridad moral de la izquierda» se entiende que la vicepresidenta Calvo, consejera en los gobiernos de los condenados Chaves y Griñán, se atreva a dar lecciones de honestidad a Casado, García-Egea o Gamarra, que jamás estuvieron cerca de los conchabeos que Bárcenas paga en prisión.
Así es el doble rasero político siempre dispuesto a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. A la cúpula de Podemos, por ejemplo, le ha faltado tiempo para exigir explicaciones al hoy líder popular por la gestión de Aznar y Rajoy. Aunque haría bien Pablo Iglesias en darlas por «lo suyo», con el ya largo recorrido que acumulan el vicepresidente y su partido en los juzgados.
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