Vacunación

Políticas de vacunación

No hay ninguna justificación para no exigir al Gobierno que haga todo lo posible para conseguir las dosis necesarias y vacunar por lo menos al 70% de los españoles antes del verano

Los europeos vivimos en países que por su prosperidad y su régimen de libertades y de democracia están en la obligación de dar ejemplo al resto del mundo. En los últimos veinte años hemos descartado, por idealista e incluso por imperialista, cualquier ambición de exportar la democracia liberal a otros países. (Está por ver lo que habría sido de esos mismos países europeos si algún otro, como Estados Unidos, hubiera adoptado la misma actitud ante los totalitarismos…) Sea lo que sea, nos quedaba un último atisbo de ambición y de dignidad: plantar cara con eficacia y compasión, toda la compasión que en principio sostiene nuestros gigantescos Estados de bienestar, a una enfermedad como el covid-19.

Conocemos el resultado. Ocultamientos, imprevisión, propaganda, mentiras, partidismo… y, como resultado, centenares de miles de fallecidos, casi todos entre las personas más débiles, y una crisis económica por evaluar, con una secuela sobrecogedora de paro y cierres de empresas. De las pocas cosas que se han salvado ha sido el esfuerzo de investigación que ha llevado en un tiempo récord a la producción de diversas vacunas contra el covid-19, aunque en este campo muchos otros países, con regímenes bien distintos como Rusia y China, han alcanzado la misma eficacia.

El esfuerzo, sin embargo, puede acabar medio inutilizado. La Unión Europea y los países que la forman no son capaces de garantizar el suministro de esas mismas vacunas a la población a tiempo para evitar más ruina y más contagios, y sobre todo más fallecimientos, aún más escandalosos ahora que ya es indiscutible la eficacia de la vacunación. Ante lo que está ocurriendo, han sido significativas las declaraciones de Tony Blair, un europeísta convencido, afirmando que si el Reino Unido siguiera en la UE no se habría dejado arrebatar el control de las vacunas. Y sabemos que Hungría primero, y ahora Austria, Dinamarca, Eslovaquia y Polonia están empezando a buscar por su cuenta, con acuerdos con Rusia, Israel y China, la forma de acelerar la llegada de vacunas.

En nuestro país el consenso europeísta, como se dice, ejerce todavía una influencia tan poderosa que impide la menor iniciativa gubernamental -incluida aquellas que no pongan en riesgo la propia Unión- para mejorar una situación de la que son responsables únicos los ultra privilegiados políticos y funcionarios de la UE. También servirá de justificación para la incuria y la ineficacia propias. Ahora bien, no hay ninguna justificación para no exigir al Gobierno que haga todo lo posible para conseguir las dosis necesarias y vacunar por lo menos al 70% de los españoles antes del verano. Y esa exigencia recae no sobre el Gobierno, del que sólo hay que esperar propaganda y “fake news”, sino de la oposición. Resulta incomprensible que el PP, Vox y Ciudadanos no estén reclamando una vacunación rápida y no hayan hecho públicos sus propios planes para solventar el problema. Sabemos los costes humanos y económicos que tendrá la dilación. Y será responsabilidad de todos el no haber hecho lo necesario para acelerar algo imprescindible.