Isabel Díaz Ayuso
Menos mal que Ayuso estaba IDA y era tonta
Cada insulto, cada trola, cada tic machista y cada calumnia son 50.000 votos más para ella. Por mí, que sigan así hasta el 4-M
Me maravilla contemplar cómo la larguísima Isabel Díaz Ayuso ha soportado como quien no quiere la cosa la más bestia campaña ad hominem o ad femina desatada nunca jamás contra un político o política español en 44 años de democracia. Ese Iván Redondo que nos presentaban como el tipo más listo de la humanidad, una suerte de Einstein en versión spin doctor, ha resultado ser un piernas de tres al cuarto al que las cosas salen bien a corto plazo pero al que, como siempre advirtieron sus ex jefes del PP, se le acaba viendo más pronto que tarde el plumero del vendemotos que es. El gurú de Sánchez diseñó a finales de 2019, cuando la pandemia ni estaba ni se la esperaba, una campaña implementada por sus periodistas de argumentario que consistía en presentar a Ayuso como una fascista en lo ideológico, una oligofrénica en lo intelectual, una corrupta en lo ético y una gorda en lo estético. El fin, recuperar Madrid, justificaba los despiadados medios. Ahí van algunas de las perlas de la factoría Redondete. “Isabel Díaz Ayuso está IDA”, afirmaba jugando con las iniciales de la presidenta el mendaz diario El País cuyos periodistas tienen un común denominador: mean colonia, no pis. El alcalde de Valladolid, ese Óscar Puente que acepta singladuras en yatazos pagadas por concesionarios municipales, se pasó veintisiete pueblos entre el mutis por el foro del feminismo patrio: “Es una incompetente e impresentable de dudoso equilibrio mental”. Asqueroso. Un juntaletras de ese rotativo de centroderecha escrito por podemitas que es El Mundo fue aún más lejos al calificar las propuestas de la presidenta de “vermú de grifo”, insinuando tan maliciosa como embusteramente que no es precisamente una abstemia. El diario del milmillonario podemita Roures, al que el Gobierno planea dar 300 millones del contribuyente, la tilda de “racista, machista y clasista”. Al igual que el tal Antonio Maestre, un personajete de ultraizquierda cuya fuente de saber es Wikipedia y que creó un personaje fake, Miguel Lacambra, para intentarnos colar una serie de ideas que avalaban y alababan las tesis del Gobierno en la lucha anti-Covid. El sobrealimentado que sale en la tele luciendo tatuajes como si fuera un bad boy de la NBA pese a medir 1,70 tildó anteayer de “racista” a la presidenta por osar meterse con su jefe, el macho alfalfa: “Iglesias es un caribeño con chándal que vive de los demás en mansiones y con séquitos de mujeres”. Aunque carezco del coeficiente intelectual de 100 de Antonio Maestre, me cuesta deducir dónde está el “racismo” en esta aseveración. Por no hablar de la que le montaron al inicio de la pandemia por irse a vivir a un apartahotel de Kike Sarasola “por 80 euros al día cuando una estancia cuesta 210”. Esta chusmaza olvidaba que el alojamiento estaba vacío, con lo cual la interpretación es diametralmente opuesta: no sólo no hubo trato de favor sino que, más bien fue al contrario, Kike le metió un sablazo a Ayuso. No sé si la socialista Amparo Rubiales estaba en sus cabales cuando, para defender a Sánchez, sobrepasó todos los límites con la presidenta madrileña: “¡Eres tonta, inferior!”. Ladran, luego cabalga. Yo que Redondete ordenaría parar. Cada insulto, cada trola, cada tic machista y cada calumnia son 50.000 votos más para ella. Por mí, que sigan así hasta el 4-M.
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