Política

Ayuso en el ring

Isabel Díaz Ayuso afronta unas elecciones a todo o nada, entre acusaciones de pirómana, bajo la galerna de odio que le profesan los editorialistas del pensamiento único y la urgencia por suturar un territorio atomizado. La guapa visceral, que compartía tertulia con Pablo Iglesias cuando éramos jóvenes, debe ponerse el traje de soldar el avispero. Nada complace más a los peritos en Moncloa que cerciorarse de la fragmentación del centroderecha. A su diestra Vox tiene sobrados motivos para denunciar la desfachatez de un gobierno nacional que usó como muleta a los publicistas del terror, aliado de golpistas y aupado a la azotea de una crisis sanitaria y económica con miles de cadáveres y empresas quebradas. Pero los verde oliva también abrieron las escotillas del nacionalismo español. Igual que antes Podemos importó la plaga peronista y otros monstruos debidos a la antipolítica. En cuanto al anhelo de la Tercera España a lo peor sólo existía en el prólogo de «A sangre y fuego» y en los escritos del gran Andrés Trapiello. Agoniza desde que Ciudadanos mutó de partido de intelectuales a agencia de colocación por horas. La alternativa naranja es ya una sangría. Inés Arrimadas no tiene otro empaque que el que confiere la nostalgia, cuando fungía como cariátide antinacionalista y todos los reyes destronados soñaban con escribirle canciones de amor. Las elecciones del 4 de mayo han sido descritas como las de la confrontación entre el comunismo y la libertad. Uno, menos peliculero, preferiría circunscribirse al perímetro del Zendal. Asistimos al combate entre los últimos partidarios del demoliberalismo y los adalides del fingimiento. Ayuso puede y debe presumir de un centro médico público concebido para afrontar la pandemia y de una gestión sanitaria y económica con un nivel de acierto verificable. Enfrente tiene a quienes tachaban de clasistas los cierres perimetrales, negaban validez a los test en farmacias y que fuera necesario controlar Barajas, etc. Trataron a la presidente con un deje machista propio de hooligans. Para ganar Ayuso no necesita el abecedario populista. Tiene en sus manos salir del ring con el cinturón de los pesados, coronada como alternativa, mientras Madrid, corazón de España, late con pulsos de fiebre.