Opinión

Madrid reivindicado

«Es un objetivo político de primer orden, aunque por un mandato de dos años»

Quién iba a decir que Madrid hoy se convertiría de facto en la comunidad autónoma con más pujanza política y económica de España, cuando se debatía la definición del mapa autonómico tras la aprobación de la Constitución, y se discutía si Segovia era comunidad uniprovincial; si León también lo era o con Asturias integraba la región Astur-Leonesa; al igual que Murcia y Albacete; o Logroño y Santander eran unas provincias más de la región de Castilla La Vieja.

A Madrid se la dejaba para el final no sabiendo qué hacer con ella por miedo de unos castellanos y otros a que se incorporara a sus autonomías, dada su indiscutible importancia que diluiría la regional respectiva, barajándose incluso la posibilidad de un Madrid DF.

La CAM es una floreciente realidad institucional que ha hecho, en acertadas palabras de Wert, «de su indiferencia identitaria, su hecho diferencial». Basta ver la actual batalla electoral por Madrid para colegir que no es una autonomía residual, mero apéndice del Gobierno nacional de turno, sino un objetivo político de primer orden, aunque solo se trate de un mandato limitado a dos años, como ahora.

Mientras la Generalitat catalana sigue decadente en languidecida hibernación desde hace seis meses, la gente y las empresas reivindican un Madrid vitalista, alegre y próspero. Es objeto de deseo político frustrado para Sánchez e Iglesias, que pretenden ganarla para su causa subiendo impuestos y proclamando que es una comunidad peligrosa para vivir los diferentes. Así les va.