Coronavirus
Se buscan niñeras
Más allá de la excepcionalidad de la pandemia, yo apuesto por la figura del demiurgo de la noche
De los creadores de los vigilantes de la playa y los socorristas de la piscina llega un nuevo tipo de guardián entre el verano. Serán los «sitters», una nueva categoría profesional encargada de impedir que el personal baile en las discotecas, locales que desde ya mismo pueden abrir en algunos territorios, pero en horario reducido y, tal y como contempla la legislación andaluza por ejemplo, con el baile prohibido. Y no solo la lambada (¡esa siempre!), sino todas las expresiones corporales, incluida la flexión de cuello que es todo lo que la mayoría sabemos hacer. Y nos quejamos de la conga en la Puerta del Sol.
Aunque la denominación de «sitters» todavía no se ha consolidado, y es una pena que una vez más robemos una palabra inglesa, el término resulta oportuno, porque «sit», como saben hasta los perros, quiere decir sentado, y además, si «baby-sitter» es niñera, quitando el bebé de la expresión te queda implícito el objeto de los vigilantes: individuos con derecho a voto. Dado que, a la vista de los hechos de los últimos días no sabemos comportarnos, necesitamos niñeros para adultos que estén deseando cortar el rollo. Gente dispuesta a amonestar a los que se atrevan a pisar una discoteca y osen pasárselo demasiado bien. Ya he mandado unos currículum.
Más allá de la excepcionalidad de la pandemia, yo apuesto por la figura del demiurgo de la noche. Siempre he pensado que en un garito hacen falta árbitros, jueces de línea y de raya, vigilantes de las áreas que sancionen tácticas ilegales de aproximación, bailes descatalogados y demás trampas crepusculares. Alguien que regule el tráfico en los baños, por dios, y que ponga fin a una espontánea melée por exaltación de la amistad en la cena del equipo de fútbol sala. ¿Estás sudando demasiado? Cinco minutos de exclusión a la calle y vuelves. ¿Das la brasa a desconocidos? Primer aviso. Ya sé que es un momento delicado para hablar de arbitraje y de justicia (¿control de la pista de baile con VAR o sin él?), pero las discotecas estan llenas de patosos (siempre varones, siempre) que merecen que les indiquen el camino de los vestuarios. Además, los que tenemos las caderas talladas por Gepetto estamos deseando sancionar a los alumnos «cum laude» de zumba y de paso a los aprendices de Van Halen por exceso y barroquismo. Hay que aclarar algo: esta nueva figura en nuestra sociedad tendría que estar representada por personas amigas de la fiesta, que apoyan el «jogo bonito» aunque apliquen el reglamento. Abstenerse padres de familia numerosa resentidos o delegados de clase frustrados. Estamos hablando de miles de puestos de trabajo y de unas ganas descontroladas de fiesta. Y tampoco está comprobado que los agentes de movilidad sirvan para algo.
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