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WhatsApp

Tienes un mensaje (en una botella)

Es bonito descubrir mensajes en una botella. Pero ahora vas a la playa y lo que encuentras, en tu móvil, son esos odiosos mensajes de audio de whatsapp

Dicen que en la costa atlántica de Estados Unidos han encontrado un mensaje en una botella de una niña que iba en Titanic. Ya es tener suerte, cuando voy a la playa encuentro miles de cosas: palos de chupachus, colillas, restos de comida, algún pañal (que parece una medusa), medusas (que parecen pañales. Aviso: lo importante en ambos casos es no tocarlo), pero nunca algo interesante. A veces ves algo que destaca medio escondido en un lugar casi inaccesible, pero suele ser una lata de refresco. Siempre hay una lata de refrescos vacía por muy lejos que vayas. Radio María y una lata de refrescos.

Lo más emocionante que he encontrado en el mar fueron pelotas de Nivea que, cuando éramos pequeños, tiraban los aviones a la playa y era como si lanzasen monedas de oro. Una vez que se distinguía que era el avión de Nivea y no el de Rumasa metiéndose con Boyer, iba todo el mundo al agua a por esas pelotas azules que, por cierto, no servían para nada y a las dos patadas, o ni eso, se deshinchaban. Nunca se desinflaban del todo y luego te pasabas con esa medio pelota todo el verano sin saber qué hacer, hasta que la olvidadas en la orilla, a ver si se la llevaba el mar y le llegaba a otra persona.

Es que lo ilusionante es encontrar algo novedoso en el mar. A principios de los noventa naufragó un barco llenó de juguetes, se abrió el cargamento y miles de patitos de goma cayeron al agua. Apareció uno en Alaska y entonces los científicos decidieron buscarlos por diferentes playas para intentar medir las corrientes marinas. Hasta entonces, en vez de patitos, lo habían intentado con zapatillas Nike, pues antes había sucedido lo mismo con un cargamento de zapatillas. Pero había un problema con ellas: se desgastaban mucho más y supongo que entre ayudar a la ciencia o llevarte un par de zapatillas a tu casa, la gente, supongo digo, haría lo segundo. No son tu pie, están empapadas, pero son gratis.

Como las pelotas de Nivea.

Ha sido ahora cuando unos científicos españoles han desvelado, gracias a los patitos amarillos, que somos incapaces de prever las corrientes marinas y que los patitos han podido aparecer en cualquier playa (bueno, a las que voy yo, ya te digo que no. Una vez vi una cosa amarilla: de lejos y miope, como estamos los gafas en la playa, pensé que esa cosa amarilla podía ser una moneda o un patito de esos. Era un condón, evidentemente).

Sería bonito que lo del Titanic fuese verdad. Es bonito descubrir mensajes en una botella. Pero ahora vas a la playa y lo que encuentras, en tu móvil, son esos odiosos mensajes de audio de whatsapp. Y ya puede ser alguien que se está chocando con iceberg, que yo paso de escucharlo.

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