Estados Unidos
Las carpetas del presidente
Gestionar la decadencia –aunque sea relativa– es siempre doloroso para un patriota. Y Biden sin duda lo es
Les propongo realizar un ejercicio de imaginación creativa. Que supongamos juntos como empiezan las mañanas del presidente Biden. Por ejemplo, tras un poco de ejercicio físico –hay que mostrarse siempre ágil en la TV– y un desayuno continental, el Presidente llega al despacho oval donde el primero que suele entrar es el Asesor de Seguridad nacional Sullivan con tres carpetas bajo el brazo. Tratemos de adivinar cómo se denominan y qué pueden contener estas supuestas carpetas donde se resumen los problemas globales junto a las líneas maestras de reacción de la administración Biden. Carpetas, sí, pues al nivel del Presidente, un papel y una pluma son quizás más efectivos para fijar el ambiente de las respuestas ante el acontecer mundial que la precisión propia de un ordenador. Las tres carpetas tienen debajo de su correspondiente título el mismo lema, el que el Presidente Biden trata de inculcar a su administración: Solo emprenderemos aquello que pueda conseguirse. No persigamos utopías.
La primera carpeta se denomina: Asuntos importantes permanentes. Tiene tan solo tres apartados: China, Rusia y pandemias/cambio climático. Junto a los datos actualizados sobre China, el Presidente ha hecho algunas anotaciones –son más bien preguntas para estimular a su equipo– a mano. Son las siguientes: ¿no nos estaremos perjudicando nosotros mismos con tantas sanciones y aranceles? ¿Es realmente factible desacoplar nuestra economía de la china? ¿Qué puede hacer China con sus enormes reservas en dólares? Hagamos todo lo posible para restaurar las relaciones comerciales del Transpacífico; no nos estaremos pasando insinuando garantías de defensa para Taiwán. ¿No era mejor la ambigüedad anterior? ¿Hasta dónde deberemos llegar en la defensa de los derechos humanos en Xinjiang/Hong Kong y del Derecho Marítimo Internacional en el Mar meridional de China? En el apartado con los datos sobre Rusia hay menos preguntas, pero son importantes, sobre todo después del desliz de llamar «asesino» a Putin: ¿estamos emprendiendo una nueva carrera de armamento nuclear o queremos llegar a acuerdos de limitación estratégica con los rusos?; con lo de Ucrania ¿no estamos yendo más allá de nuestros intereses nacionales?; los rusos no paran de atacarnos e interferir informáticamente, ¿qué tenemos que hacer para que paren, para que nos tengan algo de respeto? Por último, en el apartado actualizando pandemias/cambio climático, el Presidente ha escrito: no quiero que China y Rusia lideren el mundo con lo de las vacunas ni con la des carbonización. ¿Qué más deberíamos hacer para que el resto del mundo nos pueda ver como el líder pacifico de la Humanidad? ¿Dónde está el equilibrio entre las necesarias reacciones cinéticas ante China y Rusia y esta posible imagen de hegemonía pacífica responsabilizado con la salud mundial?
La segunda carpeta de Sullivan es sobre asuntos urgentes graves. En el apartado «Anti proliferación nuclear» figura –lo primero– Irán con su amago de dotarse con armas nucleares, desestabilizando así todo Oriente Medio y provocando las reacciones de, al menos, Israel y Arabia Saudita. El Presidente ha anotado ¿no nos estaremos embrollando con la situación interna de Israel permitiendo que estropeen lo de restaurar el Pacto nuclear con Irán? Y si nos vamos del Oriente Medio, ¿podría Israel algún día sustituirnos como garante de las monarquías sunitas? ¿Será esto posible con Netanyahu al frente? En este apartado de anti proliferación figura también Corea del Norte. Al lado, el Presidente ha escrito: ojo con Japón y Corea del Sur no vaya a ser que parezca que queremos cubrirnos nosotros solos dejando a estos dos al descubierto. El último apartado de esta segunda carpeta es sobre la retirada de Afganistán. Biden ha escrito: si los talibanes nos atacan y tenemos bajas antes del 11 de Septiembre, ¿cómo vamos a reaccionar?
La última de estas imaginadas carpetas se denomina «Asuntos potencialmente empeorables», pues contiene todos aquellos candidatos identificados para saltar al segundo documento. Por ello simplemente se enumeran, sin ordenarlos por gravedad. Figuran las siguientes anotaciones presidenciales: ¿hasta dónde vamos a permitir que se extienda el Estado Islámico y Al Qaeda en África? ¿Hay peligro que salten los acuerdos de Viernes Santo en mí querida Irlanda? Lo del Brexit ¿no acabará también debilitando a la OTAN? ¿Qué hacemos con Venezuela? Intentamos atraernos a la India, ¿pero no son demasiado recelosos? ¿Podemos utilizar las vacunas para acercarnos? ¿Qué es lo quiere Turquía realmente, cooperar o tan solo disimular mientras se aleja de nosotros? Pero atención, porque súbita y descontroladamente, puede surgir otras crisis –como los enfrentamientos palestino israelí que empezaron la semana pasada– que necesite entrar en la tercera o incluso, directamente en la segunda carpeta.
He utilizado el supuesto de las carpetas para intentar trasladarle, querido lector, la carga que imagino debe sufrir el Presidente norteamericano con la acción exterior y eso que no es aquí, sino en el campo de su opinión pública interna, donde Biden realmente se la juega. Tiene que unificar un país partido por la mitad no solo en cómo enfocar su futuro sino también en como enjuiciar sus orígenes como Nación y, en particular, qué papel ha jugado la esclavitud en su pasado. El Presidente debe arreglar su casa antes de intentar moldear el mundo sabiendo que el momento unipolar de los EEUU ha pasado aunque probablemente continúe siendo la Nación más poderosa del mundo. Pero gestionar la decadencia –aunque sea relativa– es siempre doloroso para un patriota. Y Biden sin duda lo es.
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