Coronavirus

Navegar en la tormenta

La forma en que el Gobierno está gestionando la pandemia es una suerte de navegación a medias: o se deja llevar por el oleaje, o pega un golpe de timón contra viento y agua

No hace falta ser un marino avezado para intuir que en tiempos de tormenta mantener el timón razonablemente firme es la forma más inteligente de navegar. Hay que atravesar el oleaje con rumbo sólido y al tiempo mantener una despierta capacidad de adaptación a su capricho. No puedes quedarte a merced de las olas, pero tampoco empeñarte en no acomodarte a ellas: navegar es también adaptarse. Firmeza y capacidad de reacción; atención y reflejos.

Evoco ahora esta imagen marinera, de un universo tan rico en metáforas como simbólico, porque a veces tengo la sensación de que la forma en que el Gobierno está gestionando la pandemia es una suerte de navegación a medias: o se deja llevar por el oleaje, o pega un golpe de timón contra viento y agua, que arriesga partir en dos el casco. En todo caso, ofrece siempre la imagen de que quien está al mando es poco experimentado o se maneja sin un mapa preciso.

Y no será porque las señales de tormenta no sean claras o los avisos desde tierra no lleguen nítidos.

El último golpe de timón, que ha obligado a una rectificación de rumbo casi inmediata, advertencia judicial mediante, es lo de la ya famosa DAC, la Declaración de Actuaciones Coordinadas de solo fue lo primero, porque si planteó actuaciones, nunca fueron coordinadas. Pretendieron ser impuestas. Y ha sucedido que la Audiencia Nacional ha dado amparo a la única comunidad autónoma que lo había recurrido, la de Madrid, al considerar que se ponía en riesgo la seguridad jurídica de los empresarios de hostelería y ocio afectados por las restricciones que se pretendía imponer. De forma que el golpe de timón, de aparente firmeza y seguridad, de exigencia de cumplimiento coordinado, quedó anulado por el previsible golpe de mar de la Justicia a la que acudió Madrid.

La primera consecuencia fue que esas medidas restrictivas no entrarían en vigor en esa Comunidad hasta que la Audiencia Nacional resolviera definitivamente. Claro, eso anticipaba una cadena de recursos por el resto de autonomías, más de media docena, que habían puesto sus peros a esa DAC. A la vista de ello, el Gobierno dio otro quiebro, otro giro en el temporal…Esta vez, eso sí, con más criterio, oteando el horizonte y fijándose por dónde iba la corriente.

Ayer, en Consejo de Ministros, decidieron que no entrarían en vigor las medidas sin negociación previa con los gobiernos autonómicos. Eso sí, sin reconocer en momento alguno que la razón era el golpe de la Audiencia, sino aludiendo a la calma de las aguas, a que al ir reduciéndose la incidencia de la Covid, y extendiéndose cada vez a más velocidad la vacunación, no era necesario volver a apretar más.

Ahora todo vuelve a las manos de las autonomías, y es previsible que hoy en el Consejo Interterritorial que tiene reunión prevista, se vuelva a la calma con el acuerdo que antes no se consideró necesario.

Es lo que tiene navegar sin rumbo claro, mirando unas veces al norte y otras al sur. Cediendo la brújula a los otros para que sean ellos los que se batan en el temporal, y aprovechar la calma para salir al puente y saludar. No siempre acompañan el tiempo y la lógica de las corrientes.