Opinión

Me importa un bledo

Siempre me pareció brillante la frase final de “Lo que el viento se llevó”, cuando Red Butler le dice a Scarlata O`Hara al preguntarle ella qué va a ser de su vida y de su relación con él “francamente, querida, me importa un bledo”. A mí me importa un bledo que vacunen o no a los futbolistas de la selección española. Realmente hay infinidad de cosas que me importan un bledo, como por ejemplo que Villarejo haya vendido al jefe de la UDEF una base con datos de todos los españoles, en la cual me siento incluida como española que soy pero no perjudicada ya que no he percibido ningún tipo de consecuencia, ni para bien ni para mal. Soy una ciudadana sin complicaciones, trampas o pillerías: mi posición no da para eso. Entiendo que es una acción sucia y hasta ilegal pero, claro, no podemos esperar nada limpio ni transparente del simpático ex comisario.

El Parlamento Europeo se reafirma en apoyarnos frente a Marruecos cuando los de Mohamed VI nos están insultando, llamándonos “okupas en Ceuta”. Todo esto por las monadas de la ministra Laya y su jefe el doc Sánchez, que de política exterior anda tan pez como los estudiantes que van a poder titularse como bachilleres aun teniendo suspensos en sus cartillas y en sus expedientes escolares. ¡Qué nivel de excelencia!

Perú abraza el bolivarianismo de la mano de Pedro Castillo. ¡Bienvenidos al club! Hay sospecha de pucherazo por un quítame allá esos doscientos mil votos que investiga Keiko Fujimori, para quien pide prisión la Fiscalía de aquel tristemente revuelto país, azotado ora por el terrorismo, ora por la corrupción, ora por la salvaje inflación mientras la inoperante ONU no hace nada por intervenir y poner orden tanto allí como en muchas otras zonas del mundo faltas de coherencia, libertad y, lo que es peor, dinero para sacar de la miseria a sus súbditos.

Entre tanto, aquí en medio del disloque patrio se dispara el boom de la segunda residencia en vísperas de un verano que se anticipa caluroso mientras crecen los casos de okupación y hasta de expropiación, como pretende Francina Armengol, la regente de Baleares. ¡Hay que tener valor para ser propietario hoy en día, aunque sea de un chabolo en medio del bosque! Como también hay que tener valor para contratar empleados ahora que la ministra del ramo –con ínfulas de influencer, ya lo dije el otro día-, pretende subir de nuevo el salario mínimo interprofesional dado el éxito de la anterior subida que se ha saldado con la cifra de 170.000 parados más. Yolanda Díaz, que en Galicia era un cero a la izquierda y fue repescada por Iglesias dado que allí no se comía un rosco, quiere hacerse notar a fuerza de atacar el bolsillo del empresario, que para ella es el demonio. Menuda incapaz.

CODA. No sé cómo abordar lo inabordable. La desaparición y posterior muerte de las niñas canarias es algo tan delicado que más valiera no tocarlo y dejar a esa madre con su dolor encendiendo una vela blanca, como el alma de esas víctimas inocentes, en señal de duelo, de pena infinita. Pero la depredación de la izquierda quiere utilizar en favor de sus teorías hasta los hechos más dolorosos y trágicos, como así lo ha hecho la vicepresidenta Calvo y la tal Irene Montero, quienes relacionan lo acaecido con la violencia machista. No, necias, esto ha sido la acción de un perturbado que no distingue entre el bien y el mal, de alguien sin calificativo que siempre obró bajo efectos de drogas y de enajenación mental. Sean decentes y no jueguen con los sentimientos de una progenitora que no volverá a tener vida.