Política

Indultos, primarias y los retos de Sánchez

El futuro de la legislatura no se dirimirá con los indultos o en la mesa de diálogo, que mejor sería denominarla de trileros, sino en el terreno económico

No existe una gran preocupación en La Moncloa ni por los indultos ni por las primarias andaluzas que se celebran este domingo en Andalucía. Sánchez sabe que se juega la legislatura con la recuperación económica y por ello su dedicación se centra, precisamente, en la llegada del maná europeo. Lo otro es mucho ruido y pocas nueces, aunque es verdad que el centro derecha y los medios de comunicación estamos entretenidos mientras planifica el resto de la legislatura.

Una vez sometido el partido a la férrea disciplina del silencio con respecto a los indultos, la única cuestión incómoda es la mesa del diálogo, pero el presidente es muy hábil mareando la perdiz y la dividida tropa independentista lo tiene francamente mal. Ni referéndum de autodeterminación ni estatuto soberanista, porque no se va a jugar su futuro y el de su partido, que se han convertido en un destino en lo universal, convirtiéndose en el heredero de Enrique II el de las Mercedes. El primer soberano de la Casa de Trastámara, conocido también como el Fratricida, fue enormemente generoso con la nobleza que le apoyó en su asalto al poder y el asesinato de su hermano, Pedro I, que era el legítimo rey.

Al pobre Pedro le conocemos injustamente como el Cruel, ya se sabe que la historia la escribe el ganador. Enrique era el resultado de los amores extramatrimoniales de Alfonso XI con la dama Leonor de Guzmán. Su padre fue enormemente generoso con su amante y su prolífica descendencia con gran escándalo de la reina María de Portugal y la nobleza. A Enrique le dotó de amplios señoríos y el condado que daría nombre a la dinastía. Tras la muerte de Alfonso XI, llegó la hora de la venganza, pero Pedro I no fue lo suficientemente cruel y llegó a un acuerdo con sus ambiciosos hermanastros.

Otros monarcas fueron más expeditivos a lo largo de la Historia y aplicaron la máxima de que no hay que dejar enemigos vivos. Al final, Enrique sería rey, a pesar de su origen ilegítimo, por el expeditivo método de una buena guerra civil y el asesinato de su hermanastro. Se le conocería con el nombre de «las Mercedes» por la generosidad con que cedió títulos, cargos y recursos para pagar a sus aliados. Este sería un problema que se mantendría hasta la llegada de los Reyes Católicos y sería motivo de queja en las Cortes castellanas.

Nuestro Pedro no piensa pasar a la Historia con este sobrenombre y no concederá a los independentistas aquello que tanto ansían. Sus «mercedes» serán, simplemente, algunas migajas que no le compliquen la vida y el uso generoso de la chequera a costa de los Presupuestos. El independentismo está derrotado a corto plazo, otra cuestión es que necesite rediseñar su estrategia para volver a la carga, y la sociedad catalana está profundamente agotada y dividida. Por tanto, la fórmula se compone de los indultos, buen rollito, mucho fuego de artificio e inversiones.

En la otra cuestión, que es la vida interna del PSOE, Sánchez hubiera podido ser un rey medieval, porque es implacable. La conquista de Andalucía es tan importante como lo fue para ellos en la Reconquista. Nunca le perdonará a Susana Díaz sus traiciones y especialmente su humillante defenestración. La líder andaluza tiene un problema de supervivencia personal, porque eso de ir al sector privado tras una vida dedicada al aparato del partido resulta ciertamente complicado.

Es una guerra sin cuartel, porque además se mezclan los odios personales. Sánchez necesita un partido que sea una orquesta bien afinada y no un conjunto de reinos de taifas con barones dispuestos a ejercer esa excentricidad política que es la democracia interna. La victoria de Susana sería un factor de grave inestabilidad para el PSOE y una derrota de Sánchez, aunque todo indica que no se producirá. No parece que la militancia esté dispuesta a premiar a su enemiga y ayudar al PP debilitando al gobierno.

No quedan muchas horas para que sepamos si Susana le gana el pulso a Pedro. Una victoria le complicaría, además, el congreso federal donde quiere introducir cambios profundos en el partido con una nueva estructura que le permita una mejor coordinación con La Moncloa. Tras el desastre de Murcia se ha dado cuenta de que no puede dejar nada al azar. Está claro que en política hay que ser implacable hasta la extenuación. Una vez hablen los militantes cabe esperar que se nombre una gestora para impedir la peligrosa bicefalia entre Espadas como candidato y Susana incordiando desde la secretaría general del socialismo andaluz. Enrique II no fue magnánimo con Pedro I y no creo que Sánchez lo sea con ella.

El futuro de la legislatura no se dirimirá con los indultos o en la mesa de diálogo, que mejor sería denominarla de trileros, sino en el terreno económico. Entre los fondos europeos y la ilimitada liquidez del Banco Central Europeo, por lo menos mientras lo permitan nuestros socios, Sánchez confía lograr la ansiada recuperación económica. No hay que olvidar que el último semestre de 2023 será la presidencia española del Consejo de la UE y un buen preámbulo de las elecciones generales con la situación económica estabilizada y la proyección internacional podrá afrontar el reto de revalidar un nuevo mandato. Todo puede cambiar con una derrota en Andalucía que le debilite interna y externamente. No parece que los militantes le vayan a hacer el juego al centro derecha.