El Gobierno de Pedro Sánchez

«Un modelo a seguir»

Que toda una vicepresidenta del Gobierno en la España de 2021 se permita poner a Largo Caballero como un «modelo a seguir», continuando la estela abierta por su venerado líder Sánchez, indica bien a las claras dónde nos encontramos. Por si ello fuera poco –que no lo es—, ese mismo Gobierno se permite dar lecciones acerca de lo que es democrático o no de nuestra historia, imponiendo por ley y amenazando con elevadas sanciones a quien ose apartarse de su relato histórico oficial.

La historiografía sobre el personaje y la hemeroteca son categóricos al calificar al «Lenin español» –así gustaba le denominaran– como un gran defensor de la conversión de España en un soviet, y en conseguirlo con sangre, si preciso fuera. Su papel en el golpe de Estado revolucionario de 1934 fue tan evidente como sus declaraciones a la prensa internacional del momento defendiendo la lucha armada para alcanzar la dictadura del proletariado. Esto basta y sobra para descalificarle a él y a todos sus epígonos que pretenden obligarnos encima a tenerle como «modelo a seguir» por imperativo legal.

Que se atrevan a ello sería impensable si no fuera porque se consideran impunes, lo que exige dar la batalla cultural e ideológica, oponiéndose frontalmente a un proyecto de ley que vulnera la libertad de cátedra, opinión, expresión y edición, y es más propio de países como Corea del Norte que de una democracia.

Esta ley rompe totalmente el espíritu de concordia de la Transición y la Constitución misma.