Tecnología
Riesgo crítico: materias primas estratégicas para la transición energética y digital
«Un buen punto de partida es identificar, valorar y explotar los yacimientos de esas materias primas, tan escasas, limitadas y codiciadas»
En nuestro día a día convivimos con muchos riesgos críticos de los que no somos conscientes, porque no se habla de ello, pero que influyen o influirán significativamente en nuestro modo de vida. A muchos de ellos se les da una solución rápida, cargada de ideología y sin tener en consideración ni la tecnología ni la ciencia. Las consecuencias, por supuesto, las pagamos la ciudadanía. Quizás, deberíamos preocuparnos, al menos, por conocer estos riesgos y saber cómo influirán, en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro entorno.
Hoy hablaré sobre lo que se llama materias primas críticas. Todas las materias primas minerales han condicionado el desarrollo humano: el cobre, el hierro, el carbón…lo hacen desde los albores de la historia humana. También lo hacen en esta época de desafíos medioambientales, sociales y tecnológicos.
Recientemente en el Ciclo de mesas redondas sobre Materias Primas Críticas organizado por el Instituto de Ingeniería de España , se confirmó que sin el suministro fiable de materias primas críticas no es posible cumplir con los objetivos del Plan para la Transición Ecológica y nuestra industria de la automoción y eólica, que hoy representan el 14% del PIB español, no podrán continuar siendo líderes en Europa sino resuelven esta cuestión e introducen en sus productos los materiales y tecnologías más avanzados (pilas de última generación, imanes permanentes para los motores…).
La transición energética, la digitalización, la transformación hacia una movilidad más sostenible, el cambio del modelo productivo orientado hacia una economía y consumo «sostenibles» necesitan, además de las tradicionales, otro tipo de materias primas, que son muy escasas y que están muy concentradas en determinados territorios ( en la actualidad el 98% de las tierras raras proceden de China).Y China ya ha avisado de que revisará su política de exportaciones ya que ellos necesitan cantidades ingentes de estas materias primas críticas para desarrollar su industria y son, además, un «arma» estratégica.
Como ya hemos aprendido con el COVID, cuando un bien es escaso, como sucedió con las mascarillas y los respiradores y ahora las vacunas, los países restringen exportaciones para priorizar las necesidades internas. Pues esto mismo va a ocurrir con las materias primas críticas.
Un colapso en el canal de Panamá paralizó industrias en todo el mundo, ¿Por qué? Porque falló la cadena de suministro.
Dos ejemplos muy dolorosos y recientes. La amenaza es real, el riesgo crítico. ¿Qué hacer?
Desde hace años asistimos, preocupados algunos, silenciosos los más, a una cascada de declaraciones de buenas intenciones sobre lucha contra el cambio climático, electrificación de la movilidad, digitalización…. Con objetivos cuantitativos muy ambiciosos. Pero ¡el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones!
En estos últimos días hemos sentido el calor del infierno en el aumento de la factura eléctrica. Nuestra industria, y la industria europea, se enfrenta a la ruptura de las cadenas de suministro. No se puede invertir en desarrollos tecnológicos para los cuales no estén aseguradas las cadenas de suministro de sus componentes. Yo muchas veces me pregunto por qué la mayoría de mis mejores alumnos en ICAI deciden trabajar en empresas de consultoría, en lugar de en puestos técnicos y la respuesta es triste, porque no hay una industria que les ofrezca un futuro a la altura de su formación y expectativas.
Esto podría cambiar si identificamos en qué áreas industriales podríamos ser líderes en la UE y para las cuelas podemos promover una cadena de valor en la que la explotación de nuestros recursos minerales (litio, tierras raras magnéticas, cobre…) nos diese una ventaja competitiva.
Un buen punto de partida es identificar, valorar y explotar los yacimientos de esas materias primas, tan escasas, limitadas y codiciadas y sin las cuales no se podrá cumplir los objetivos de la transición energética y convertirla en el motor de nuestro desarrollo.
Porque ese riesgo es para España una oportunidad, si como se recogen en las conclusiones del Ciclo, España, el Gobierno español, «adopta una estrategia para el aprovisionamiento de materias primas críticas para las industrias nacionales esenciales para la transición energética y digital, especialmente la del coche eléctrico y los aerogeneradores, privilegiando la explotación de los recursos nacionales». También es esencial racionalizar la dispersión normativa y los plazos para las autorizaciones de explotación.
Por supuesto, hay un imperativo que respetar: la sostenibilidad social y medioambiental. Para la medioambiental, en Europa y en España tenemos la legislación más exigente del mundo y disponemos de las tecnologías extractivas que la hacen posible.
Para la sostenibilidad social es necesario que las administraciones y las partes interesadas (las organizaciones sociales, las empresas y las instituciones) construyan el consenso en el que todos sean ganadores.
Desde el Instituto de ingeniería de España y la Asociación para la Transición Energética nos hemos movilizado para crear el «Grupo español de reflexión y acción sobre materias primas críticas» con el foco puesto en el efecto tractor que pueden tener sobre las cadenas de valor de las industrias clave para la transición ecológica y el desarrollo territorial. Espero que se sumen muchos otros.
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