Andrés Manuel López Obrador
El ignorante presidente de México
Los indígenas que se unieron a los españoles lo hicieron para no vivir esclavizados por una minoría
El revisionismo es uno de los males de nuestro tiempo, porque se analiza la Historia con la actual mentalidad de lo políticamente correcto. Esto se complica cuando irrumpen personajes ignorantes que ocupan altas magistraturas y que les gusta regodearse en su desconocimiento histórico. Andrés Manuel López Obrador es un político populista, de los que adoran en Podemos, que alcanzó la presidencia de México. Esto no garantiza que no sea un espléndido ignorante que da lecciones de indigenismo, que es un terreno que complace mucho a los populistas iberoamericanos de izquierdas y de derechas. La parte más interesante y meritoria de su trayectoria es su origen relativamente humilde y que tiene una cierta ascendencia indígena y africana por parte de sus abuelos paternos. Lo que desconozco, dicho irónicamente, es si esa descalificación global que realiza de la Conquista se fundamenta en que sus antepasados pertenecían a la elite azteca, maya u olmeca. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, una de las mejores de Hispanoamérica, y su tesis versó sobre el “Proceso de formación del Estado nacional en México 1824-1867”. Un doctorado no excluye del fanatismo ideológico, porque muchos doctorandos escriben inspirados por ideas preconcebidas y orientados por directores de izquierda radical.
López Obrador aprovechó el 500 aniversario de la caída de Tenochtitlan para atacar a España por “la matanza de miles de indígenas”. Su Excelencia no puede ser más simplón. Estamos ante esa leyenda negra sin fundamento que ha sido alimentada por las elites mexicanas, que traicionaron a España, desde que comenzó la guerra civil que les permitió la independencia. Cortés es una las grandes figuras de la Historia y un hombre de su tiempo, como también eran los opresores aztecas que cometían todo tipo de crímenes y atrocidades. Los que se unieron a los españoles lo hicieron para no vivir esclavizados por una minoría. Cabe suponer que a López Obrador le hubiera gustado que España no llevara a cabo esa liberación, no hubiera traído los avances culturales, económicos y sociales que hicieron que el virreinato diera un saltó impresionante a un modelo mucho más justo.
Las leyes de Burgos (1512) y posteriormente las llamadas Nuevas de 1542 para la gobernación de las Indias, promulgadas por Carlos I como consecuencia de la junta de teólogos y juristas celebrada en Valladolid y continuada en Barcelona, fue un avance extraordinario en favor de la condición jurídica y el trato de los indios. No hay duda de que se habían producido injusticias y comportamientos deplorables, desde luego menores que los que cometían los aztecas idealizados por López Obrador. El presidente de México debería preguntarse por qué existía descontento contra Moctezuma y un ambiente que era propicio a una rebelión. Ese enorme odio fue la fuerza que permitió que Cortés, con un pequeño ejército al que se unieron todos los enemigos, que eran muchos, del grupo opresor y acabara con esa confederación que llamamos imperio.
La presencia española sería muy provechosa en todo el continente y, en líneas generales, respetuosa con la población originaria y se produjeron matrimonios mixtos sin ningún problema. Por supuesto, no fue algo idílico y hubo excesos, pero nada que ver con las atrocidades que se cometieron en Estados Unidos contra la población indígena que fue casi exterminada, por los belgas en el Congo, los británicos en su territorios coloniales, los italianos en Etiopía… y por supuesto los aztecas y los incas con los pueblos que estaban bajo su dominio. Esta realidad es la que debería conocer y estudiar. Con esa arrogancia fruto de la ignorancia aprovechó la conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan, capital de la confederación azteca, para afirmar que “Hoy, fecha funeral, recordamos la caída de la gran Tenochtitlan y ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual república mexicana”.
La única fecha funeral afecta al conocimiento, la investigación y el rigor y, sobre todo, por la exaltación de la manipulación y la ignorancia. López Obrador soltó la retahíla de tópicos utilizados por la izquierda populista hispanoamericana para criticar los éxitos y avances del virreinato, restar importancia a los sacrificios humanos de los aztecas o la opresión brutal que sometían a sus vasallos. Por supuesto, exagera las cifras demográficas, cuando no existen datos previos certeros, al servicio de sus intereses ideológicos. Es interesante la referencia a la matanza de miles de indígenas, porque es trasladar su formación marxista a la hora de interpretar la Historia con el escaso rigor que resulta tan habitual como cansino en los autores que exaltan las bondades del indigenismo prehispano. En cualquier caso, no me sorprende ese revisionismo porque es también característico de la izquierda española ayudada por historiadores condicionados por su sesgo ideológico.
Lo sucedido en el descubrimiento y colonización de las Indias, como se les llamó entonces, forma parte del contexto histórico de su época y las conquistas es lo que hicieron, también, esos pueblos prehispánicos. No se puede ni se debe analizar la Historia con la mentalidad actual y ese simplismo de López Obrador que es, desgraciadamente, mayoritario en México, y de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, que es otra fanática anti española. Desde el “Grito de Dolores”, considerado el acto que dio comienzo a la guerra civil por la independencia del virreinato, las élites mexicanas se han encargado de reescribir la Historia para convertir a la Madre Patria en la enemiga para justificar su traición. Por cierto, la gran mayoría de los que han gobernado desde entonces ha sido una elite de origen español y sin sangre indígena. Esperaba que superáramos la ignorancia, pero no hay nada peor que un fanático y demagogo populista.
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